Anchura, longitud, altura, profundidad

Vega de Varcarce-Viduedo
23ª etapa

Padre, me pongo en tus manos, haz de mí lo que quieras, sea lo que sea, te doy las gracias. Estoy dispuesto a todo, lo acepto todo, con tal que tu voluntad se cumpla en mí y en todas tus criaturas. No deseo nada más, Padre.

Acompañados por las sombras de la noche, la luna llena juega con la luz del bosque, nos adentramos hacia el Cebreiro. De todos los nombres oídos del camino, de tantas anécdotas compartidas en los últimos años, de tantas cumbres coronadas, el Cebrerio tiene la fuerza mítica de un ochomil, para los pies del peregrino. La entrada a Galicia, a la tierra donde descansa el apóstol, el zambullirse definitivamente en el verde, el suave declinar hacia el final, tiene el peaje de las alturas, y la belleza incomensurable de las cumbres.

Subir a la montaña, donde siempre habitas. En la zarza ardiente, en el susurro de la brisa, en el sacrificio del hijo amado, en…

Subida del Monte Carmelo: nada, nada, nada. No espera nada. No desear nada, no querer sentir nada. Entregarte todo: las resistencias, las fatigas, las constancias, la disciplinas, las limitaciones, el propio pecado, lo pasivo, lo activo, las propias noches de fe, esperanza y caridad. Entregarme.

En tus manos, Señor, pues de tus manos recibo este regalo para la vida diaria.

De nuevo caen los mitos, como cayó el Muro de Berlín, como caerán tantos muros que seguimos levantando. La subida no era tan asfixiante como la cuentan los trovadores de la exageración. Es verdad que hay un primer tramo que deja sin aliento. Luego una subida continua, no excesivamente costosa. Dejamos atrás la Laguna de Castilla, tierra en un cielo de agua azul, y la misma Castilla y León, y definitivamente entramos en Galicia.

El paisaje, al clarear el alba, es hermosísimo. Montes y montes, montañas que se pierden en el horizonte, cordilleras, columnas vertebrales de cumbres. Una gozada. Pasado O cebreiro, as montanhas gallegas. El gozo de saber que estamos más cerca.

Pesada y calurosa se hace la subida hasta el alto de san Roque, el día de su fiesta. Una inmensidad de paisaje rodea la estatua, ciclópea, del peregrino caminando.

Otro trecho agotador, empinado, costoso, hacia el Alto do Poio.

En las alturas doblo mis rodillas ante el Padre, de quien procede todo bien en los cielos y en la tierra, para que conforme a la riqueza de su gloria, os robustezca de su Espíritu, de modo que crezcáis interiormente. Que Cristo habite por la fe en vuestros corazones; que viváis arraigados y fundamentados en el amor. Así podréis comprender, junto con todos los creyentes, cuál es la anchura, la longitud, la altura y la profundidad del amor de Cristo; un amor que supera todo conocimiento y que os llena de la plenitud misma de Dios.

Descenso continuado a través de Hospital, donde nos ofrecen filloas, de Fonfría, donde nos refrescamos con agua, de Viduedo, donde decidimos parar pues Cristina está agotada y no puede más, seis kilómetros más hacia Triacastela pueden ser una eternidad.

Nos quedamos en una casa que ofrece camas, pues en el pueblo no hay albergues ni hospital de peregrinos. La entrada a Galicia nos regala las primeras sábanas de todo el camino. Olor a vaca, prados, laderas verdes, queso casero, miel de las abejas de Viduedo, con las que se hace también la cera del cirio pascual, un orujo de hierbas que es agua de vida. La patrona, mujer hecha hospitalidad, nos cuida a cuerpo de rey. Estamos solos, no paran más peregrinos en esta población. La soledad, tan necesaria para poner el nido.

Aquí me tienes, Señor, escribiéndote estas líneas de peregrino, en soledad sonora, al caer la tarde, mientras te pido que sigas conmigo. Conmigo está la amistad de Itziar, Cristina, Marlon, y la vida fiel y compartida con Beltrán. Gracias.

Aquí me tienes, Señor, con los pies hechos trizas, ya será menos, al menos sí cansados y doloridos, uno cojo, con una ampolla nueva. Peregrino.

Celebramos la eucaristía debajo de un haya, junto a a un acebo, viendo el mar de montañas con el oleaje de neblina, encaje vespertino que emboza la noche. S dice hoy: Tu evangelio nos dice hoy: Donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo. Y aquí estás. Iluminando con tu Palabra, y tu presencia, nuestra vida. Unión contigo.

Cenamos huevos fritos de gallina de corral, patatas de verdad, que son cachelos, queso, miel y membrillo por quinientas de las antiguas pesetas. Todo es gracia.

En tus manos.

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