Acercarse a Jesús sigue las leyes de las relaciones de amistad entre dos personas. El influjo de una sobre la otra no es inmediato. Se necesita tiempo para llegar a conocer a la otra persona, para llegar a tocar el corazón de la otra persona, para que la otra persona nos influya y nos regale lo que alberga en su interior. Por eso, necesitamos tiempo, tiempo para relacionarnos con Jesús, escuchar su palabra, conocer sus sentimientos, calar en sus intenciones y deseos dejar que hiera nuestro corazón con la herida de su amor sólo así nos podrá dar vida y vida en abundancia».
Fray Manuel Santos Sánchez
Autor: Nano Crespo
Canon
Purifica mis deseos, silencia mi corazón, sana todas mis heridas, enciende en mi amor tu amor» C.Cañada
Evangelii Gaudium XX
Para compartir la vida con la gente y entregarnos generosamente, necesitamos reconocer también que cada persona es digna de nuestra entrega. No por su aspecto físico, por sus capacidades, por su lenguaje, por su mentalidad o por las satisfacciones que nos brinde, sino porque es obra de Dios, criatura suya. Él la creó a su imagen, y refleja algo de su gloria. Todo ser humano es objeto de la ternura infinita del Señor, y Él mismo habita en su vida. Jesucristo dio su preciosa sangre en la cruz por esa persona. Más allá de toda apariencia, cada uno es inmensamente sagrado y merece nuestro cariño y nuestra entrega. Por ello, si logro ayudar a una sola persona a vivir mejor, eso ya justifica la entrega de mi vida. Es lindo ser pueblo fiel de Dios. ¡Y alcanzamos plenitud cuando rompemos las paredes y el corazón se nos llena de rostros y de nombres!
Evangelii Gaudium XIX
Para mantener vivo el ardor misionero hace falta una decidida confianza en el Espíritu Santo, porque Él «viene en ayuda de nuestra debilidad» (Rm 8,26). Pero esa confianza generosa tiene que alimentarse y para eso necesitamos invocarlo constantemente. Él puede sanar todo lo que nos debilita en el empeño misionero. Es verdad que esta confianza en lo invisible puede producirnos cierto vértigo: es como sumergirse en un mar donde no sabemos qué vamos a encontrar. Yo mismo lo experimenté tantas veces. Pero no hay mayor libertad que la de dejarse llevar por el Espíritu, renunciar a calcularlo y controlarlo todo, y permitir que Él nos ilumine, nos guíe, nos oriente, nos impulse hacia donde Él quiera. Él sabe bien lo que hace falta en cada época y en cada momento. ¡Esto se llama ser misteriosamente fecundos!
Evangelii Gaudium XVIII
A veces nos parece que nuestra tarea no ha logrado ningún resultado, pero la misión no es un negocio ni un proyecto empresarial, no es tampoco una organización humanitaria, no es un espectáculo para contar cuánta gente asistió gracias a nuestra propaganda; es algo mucho más profundo, que escapa a toda medida. Quizás el Señor toma nuestra entrega para derramar bendiciones en otro lugar del mundo donde nosotros nunca iremos. El Espíritu Santo obra como quiere, cuando quiere y donde quiere; nosotros nos entregamos pero sin pretender ver resultados llamativos. Sólo sabemos que nuestra entrega es necesaria. Aprendamos a descansar en la ternura de los brazos del Padre en medio de la entrega creativa y generosa. Sigamos adelante, démoslo todo, pero dejemos que sea Él quien haga fecundos nuestros esfuerzos como a Él le parezca.
Evangelii Gaudium XVII
nos hace falta una certeza interior y es la convicción de que Dios puede actuar en cualquier circunstancia, también en medio de aparentes fracasos, porque «llevamos este tesoro en recipientes de barro» (2 Co 4,7). Esta certeza es lo que se llama «sentido de misterio». Es saber con certeza que quien se ofrece y se entrega a Dios por amor seguramente será fecundo (cf. Jn 15,5). Tal fecundidad es muchas veces invisible, inaferrable, no puede ser contabilizada. Uno sabe bien que su vida dará frutos, pero sin pretender saber cómo, ni dónde, ni cuándo. Tiene la seguridad de que no se pierde ninguno de sus trabajos realizados con amor, no se pierde ninguna de sus preocupaciones sinceras por los demás, no se pierde ningún acto de amor a Dios, no se pierde ningún cansancio generoso, no se pierde ninguna dolorosa paciencia. Todo eso da vueltas por el mundo como una fuerza de vida.
consiste en orar, conservando siempre el corazón en un silencio profundo, en una carencia total de objetivos.
consiste en llamar sin cesar a Jesús en nuestra ayuda. La oración, muy cerca de la contradicción, es un grito que se eleva desde el fondo del corazón hacia Cristo, con un inexplicable gemido»
Hesiquio de Batos, La Filocalia de la oración de Jesús
Feliz el espíritu despegado de toda forma en el momento de la oración.
Beinaventurada la inteligencia que, en el momento de la oración, se hace inmaterial y totalmente desnuda»
Evagrio Póntico, La Filocalia de la oración de Jesús
Tú aspiras a ver el rostro del Padre que está en el cielo; no trates, por nada del mundo, de percibir una forma o una figura durante la oración»
Evagrio Pontico, La Filocalia de la oración de Jesús
«Ve, vende todo lo que poseas y dáselo a los pobres, luego toma tu cruz y reniega de ti mismo» a fin de poder orar sin distracción.
Evagrio Pontico, La Filocalia de la oración de Jesús
¿Qué bien puede existir fuera de Dios? Neguemos todos nuestros intereses y encontraremos el bien. Aquél que es bueno es también el dispensador de los más excelentes dones.»
Evagrio Póntico, La Filocalia del corazón de Jesús
El Señor te bendiga
El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz.»