El hombre y lo divino

«Hace muy poco tiempo que el hombre cuenta su historia, examina su presente y proyecta su futuro sin contar con los dioses, con Dios, con alguna forma de manifestación de lo divino. Y, sin embargo, se ha hecho tan habitual esta actitud que, aun para comprender la historia de los tiempos en que había dioses, necesitamos hacernos una cierta violencia. Pues la mirada con que contemplamos nuestra vida y nuestra historia se ha extendido sin más a toda vida y a toda historia (…) Aceptamos la creencia —“el hecho” de la creencia—, pero se hace difícil revivir la vida en que la creencia era no fórmula cristalizada, sino viviente hálito que en múltiples formas indefinibles, incaptables ante la razón, levantaba la vida humana, la incendiaba o la adormía llevándola por secretos lugares, engendrando “vivencias”, cuyo eco encontramos en las artes y en la poesía, y cuya réplica, tal vez, ha dado nacimiento a actividades de la mente tan esenciales como la filosofía y la ciencia misma. Solo arriesgados “novelistas” o los ambiguos pensadores se han adentrado, imaginándola desde su particular perspectiva, en aquella vida vivida bajo la luz y la sombra de los dioses ya idos. Y en cuanto al nuestro —a nuestro Dios—, se le deja estar, se le tolera.

Y así pasamos de largo, confinándolos en un nombre, ante fenómenos de la más honda significación, considerándolos como un hecho y, cuando más, buscando su explicación en las causas que nuestra mente actual estima como las únicas reales, las únicas capaces de producir cambios: causas económicas o específicamente históricas…»

María Zambrano en El hombre y lo divino

autosecularización

«… sin darse cuenta, se ha caído en la autosecularización de muchas comunidades eclesiales; estas, esperando agradar a los que no venían, han visto cómo se marchaban, defraudados y desilusionados, muchos de los que estaban: nuestros contemporáneos, cuando se encuentran con nosotros, quieren ver lo que no ven en ninguna otra parte, o sea, la alegría y la esperanza que brotan del hecho de estar con el Señor resucitado»

(Benedicto XVI, Discurso a los obispos de Brasil, 2009).

Evangelizar

«Decidme dónde ha existido una sociedad verdaderamente cristiana. Yo no lo sé. Yo sé de algunos hombres dispersos que han vivido en Cristo, y sé de instituciones originadas en su espíritu; pero de que haya existido una sociedad verdaderamente cristiana, de hombres vivos en Cristo, que haya permanecido, yo no lo sé. Por eso creo que la historia verdadera de la humanidad está aún por empezar. Y que este mundo en que vivimos -o creemos vivir- de Estados y leyes, de socialismos y negocios, y de clases… este mundo yo creo que no es más que una prehistoria de la humanidad: que todavía hemos de empezar a vivir -lo que se llama vivir- y que la vida está todavía oculta en nosotros; y que en cada uno de nosotros está todavía el Hijo de Dios predicando su Evangelio, esforzándose por avivar la chispa de la luz eterna, de la que cada hombre es un sagrario, para incendiar el mundo en la vida que guarda dentro, y consumar así la creación en la tierra»

Joan Maragall,

citado por Francesc Torralba en su libro: Jesucristo 2.0

Ser Cristiano

El cristiano tiene una paz profunda, silenciosa, escondida, que el mundo no ve, como un pozo en un lugar apartado y umbrío de difícil acceso. Encuentra agradable estar a solas en cualquier momento; puede reposar su cabeza en la almohada al acostarse, y reconocer ante la mirada de Dios, con el corazón desbordante de gozo, que no le falta de nada, que tiene de todo y en abundancia, que Dios lo ha sido todo para él. Ciertamente necesita más santidad, más cielo, pero el pensar que puede tener más no le crea desazón, sino alegría. No perjudica su paz el saber que puede llegar más cerca de Dios…

El cristiano es alegre, sencillo, amable, atento, sincero y sin pretensiones; no hay en él pretextos ni disimulos ni ambiciones, porque no tiene esperanzas ni temores puestos en este mundo. Hay personas que piensan que la religión consiste en éxtasis místicos o en discursos prefabricados. El cristiano no es de estos.

Beato J. Henry Newman

 

 

Al este del edén (III)

«Un niño preguntaría: “¿De qué trata la historia del mundo?” Y un adulto preguntaría: “¿Hacia dónde va el mundo? ¿Cuál será su fin, y, mientras estamos en él, qué pasa?”

Creo que hay una sola historia en el mundo que ha conseguido espantarnos e inspirarnos de tal modo que vivimos en una película de episodios a lo Pearl White, en la que se suceden alternativamente la reflexión y el asombro. Los humanos están atrapados – en sus vidas, en sus pensamientos, en sus anhelos y ambiciones, en su avaricia y crueldad, y también en su bondad y generosidad – en una red entretejida de bien y mal. Yo creo que esta es nuestra única historia y que tiene lugar en todos los niveles del sentimiento y de la inteligencia. La virtud y el vicio forman la urdimbre y la trama de nuestra primera codicia, y serán también la factoría de la última, y ello a pesar de los cambios que podamos imponer en las tierras, ríos y montañas, en la economía y en las costumbres. No hay otra historia. Un hombre, después de barrer el polvo y las astillas de su vida, tiene que enfrentarse tan solo con estas duras y escuetas preguntas: ¿Fue mi vida mala o buena? ¿He hecho bien o mal?

(…) Sólo tenemos una historia. Todas las novelas, la poesía entera, están edificadas sobre la lucha interminable entre el bien y el mal que tiene lugar en nuestro interior. Y también pienso que el mal debe engendrarse a sí mismo constantemente, mientras que el bien, la virtud, son inmortales. El vicio muestra siempre un rostro juvenil, mientras que la virtud es más venerable que ninguna otra cosa en el mundo.»

John Steinbeck

BELLEZA (Liturgia II)

«¿Qué se entiende cuando se habla de una “liturgia bella”? ¿Dónde se sitúa el límite entre el esnobismo y la auténtica emoción estética? ¿Y entre la emoción estética y el verdadero sentido espiritual?

A la hora de valorar una “liturgia bella” pueden tenerse en cuenta diversos criterios que dependen de las esferas emotiva e instintiva, de consideraciones “partidistas”, de impulsos egocéntricos, sensuales; en definitiva, de criterios “consumistas”. No en vano, algunos solo quedan satisfechos cuando hay movimiento, cuando se habla mucho o se canta con frecuencia; en cambio, otros disfrutan cuando son numerosos los ropajes y las puntillas. Los gustos y colores, en el fondo, confluyen en la misma vaciedad, en la misma perversión, en el mismo equívoco. En la era de los grandes centros comerciales la gente va también al supermercado eclesial en busca de aquello que le interesa. ¡Sutil y pérfida tergiversación de los fines! La que en los primeros siglos del cristianismo era denominada opus Dei, la obra de Dios, tiende a convertirse en una forma de consumo entre otras tantas; Se instrumentaliza, se aliña a gusto de cada uno, se vuelve individual e individualista aquello que en el fondo es acogida, gratuidad, acto de latría (adoración)».

François Cassingena-Trévedy, «La belleza de la liturgia», Ed. Sígueme.

He visto a la Iglesia socorriendo en campos de refugiados miserables o recuperando niños soldado, pero también vanidosa y dura

Yo «quiero y sirvo» a la Iglesia tal cual es, con sus glorias (muchísimas) y sus sombras y cuervos. Le debo lo mejor mío. Le he visto socorriendo en campos de refugiados miserables o recuperando niños soldado, pero también vanidosa y dura. Jesús me enseñó a amar a Pedro cuando volvía de varias negaciones. San Ignacio me lo confirmó. La iglesia que «sueño» es más gloriosa, pero más infantil, porque olvida la pobre masa de lo humano. En la que sueño, no me dejarían entrar…

José María Fernández-Martos SJ.
En VIDA NUEVA nº 2805<

Why me Lord

[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=mtQOY-0sViQ&feature=fvwp&NR=1[/youtube]

(Kris Kristofferson
song by Johnny Cash)

Why me Lord, what have I ever done
To deserve even one Of the pleasures I’ve known
Tell me Lord, what did I ever do
That was worth loving you
Or the kindness you’ve shown.

Lord help me Jesus, I’ve wasted it so
Help me Jesus
I know what I am
Now that I know that I’ve need you so
Help me Jesus, my soul’s in your hand.

Tell me Lord, if you think there’s a way I can try to repay
All I’ve taken from you
Maybe Lord, I can show someone else
What I’ve been through myself
On my way back to you.

Lord help me Jesus, I’ve wasted it so
Help me Jesus
I know what I am
Now that I know that I’ve need you so
Help me Jesus, my soul’s in your hand.

Para jóvenes (y no tanto)

«No se debe creer ni por un momento que se es un hombre moral o un hombre religioso porque se tiene en la cabeza pensamientos profundos, porque se ha leído mucho, porque nos hemos sentado a los pies de grandes maestros. Estéticamente (en sentido kierkegaardiano, es decir: la existencia estética cuyo paradigma es representado por el seductor Don Juan) se puede alguien casar como se puede dedicar a vivir entre los pobres con voto religioso. Nada externo revela en qué estadio existencial se vive (Kierkegaard hablaba de tres estadios, en este orden: estético, moral o ético y religioso). El síntoma es solo íntimo, y consiste en que para el estadio del juego (el estético), no hay nada que deje de ser posible por el hecho de que se haya optado antes por algo. En otras palabras, el estadio en el que solo se juega y se goza de la belleza imperfecta de las cosas, es aquel en el que, aunque el propio sujeto crea a veces lo contrario, no existen decisiones auténticas, o sea, pasos, saltos existenciales, de los que no es posible volverse atrás. Por esto se puede decir que el que no ha salido de este modo de la vida nunca se ha resuelto definitivamente por nada. No ha vivido sino que solo ha hecho experiencias, tanteos. Ha sobrevolado posibilidades, pero nunca nada ha sido para él de veras posible y luego real e irrevocable por haberse decidido en su favor.

Está en este estadio (estético) aquel hombre para el que todo paso que piensa haber dado puede en seguida, a voluntad, cuando el placer así se lo pida, ser también retirado.»

Miguel García-Baró

Whitney Houston

Whitney Houston: una voz admirable y enmudecida
Carta semanal del Arzobispo de Oviedo  19 de febrero de 2012

La cantante Houston se preguntaba en una canción ¿cómo podría conocer? (How Will I Know), y esto es lo que a tientas ha ido buscando de tumbo en tumbo. Pero hay Alguien más grande que nuestras torpezas o extravíos que nos conoce y que sale a nuestro encuentro. Es el Amor más grande de todos (Greatest Love Of All), como ella también cantó. Ella corrió hacia Él (Run to You) a pesar de sus notas fallidas. Su concierto eterno ha comenzado. Descanse en paz.

Para leer toda la carta: Whitney_Houston