Bienaventuranzas

Las Bienaventuranzas «son palabras de promesa (…) Cada una de las afirmaciones de las Bienaventuranzas nacen de la mirada dirigida a los discípulos; describen, por así decirlo, su situación fáctica: son pobres, están hambrientos, lloran, son odiados y perseguidos (…) A pesar de la situación concreta de amenaza inminente en que Jesús ve a los suyos, ésta se convierte en promesa cuando se la mira con la luz que viene del Padre (…) Precisamente los que según los criterios del mundo son considerados pobres y perdidos son los realmente felices (…) Las Bienaventuranzas son promesas en las que resplandece la nueva imagen del mundo y del hombre que Jesús inaugura (…) Son promesas escatológicas (…) Las paradojas que Jesús presenta  en las Bienaventuranzas expresan la auténtica situación del creyente en el mundo: “somos los impostores que dicen la verdad, los desconocidos conocidos de sobra, los moribundos que están bien vivos, los sentenciados nunca ajusticiados, los afligidos siempre alegres, los pobres que enriquecen a muchos, los necesitados que todo los poseen” (2 Co 6, 8-10). (El Apóstol) se siente “el último”, como un condenado a muerte y convertido en espectáculo para el mundo (…) Y a pesar de todo experimenta una alegría sin límites (…) experimenta la íntima relación entre cruz y resurrección: estamos expuestos a la muerte “para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo” (2 Co 4, 11).
Las Bienaventuranzas son como una velada biografía interior de Jesús, como un retrato de su figura».

Jesús de Nazaret, J. Ratzinger-Benedicto XVI

https://www.novabella.org/bienaventuranzas-no-programa-vida/

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