El corazón de Dios

En este tiempo de Pascua, en el que la vida ha vencido a la muerte, es reconfortante volver a pasar por el corazón, recordar, aquellos poetas que han llenado de luz, en algún instante eterno, con sus versos, nuestro ser y que ahora gozan de la eternidad que no conoce ocaso.

Uno de ellos, Carlos Pujol, falleció  este enero pasado. Poeta, editor, traductor, historiador de la literatura, novelista, profundamente humano. Pasó desapercibido para el gran público, no así para los que gozamos con su literatura, y para sus amigos:

Amigo, has entrado en otro tiempo, el del silencio, el de lo inexplicable, el único que para ti valía la pena vivirse desde este mundo nuestro, no menos inexplicable, pero mucho más inconvincente. Así lo dijiste: «Solo tiene verdadero interés lo inexplicable, lo que puede explicarse en seguida resulta banal

Era un hombre creyente, discreto, profundamente creyente. Su último libro, de poemas bellísimos, acaso los más hondos y verdaderos de cuantos escribió, lleva este título: El corazón de Dios. Para mí, para muchos, la obra de Carlos Pujol, tan secreta a veces, es ejemplo de finura suprema, milagrosamente sin desmayos, y de inteligencia siempre atinada en la elección de sus maestros, Saint-Simon, Balzac, Proust, Henry James o Emily Dickinson, a los que tradujo y estudió como nadie, y en la arquitectura de su propio mundo como novelista, poeta y ensayista: sencillez, humor, poesía y naturalidad. Su labor literaria, extensísima, titánica y silenciosa, fue siempre una celebración y una cita con la levedad y la gracia». (Andrés Trapiello)

El primer poema de El corazón de Dios, libro de oraciones, de salmos poéticos, en el que se dirige a Dios mismo, desde su ser poeta, es el siguiente:

No te voy a contar
nada nuevo: vivimos
en una casa demasiado llena.
con muebles, versos, chismes,
perifollos y plantas de interior,
palabras que no quieren decir nada
y soberbias locuras
para pasar el rato.
Es lo que llaman calidad de vida.
El día que nos halles estaremos
doblemente desnudos,
echando en falta en medio de la luz
el engaño a los ojos de las cosas.

Los últimos versos del libro le dicen a Dios, en ese diálogo en el que Dios calla y el poeta le comienza a oir:

Claro que un día resucitaremos,
pero ahora, esta noche, ¿no es posible?

Entre los primeros versos y los últimos, un caudal de belleza, de oración, de un poeta que estará ya gozando de la belleza de Dios. Recomiendo la  lectura del libro, para evitar entrar en el olvido, y poner a Carlos Pujol en la perennidad de la poesía eterna, que es Dios mismo.

El mismo poeta dejó escrito:

en literatura se es un clásico o no se es nada, se escribe con perennidad o para el olvido

 

Dialogar con Dios

Dios dialoga con el hombre, como dialogan los protagonistas de la obra de teatro El Sunset Limited, de Cormac McCarthy, recientemente publicado en Mondadori.

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Son los protagonistas un Blanco intelectual, que acaba de querer sucidarse, un Negro convertido a la religión,  sin estudios, procedente del hampa, que trata de convencerle de que no acabe con su vida.

Una clave para leer el libro, donde se ve quien lleva la iniciativa del diálogo, se puede apreciar en algunas intervenciones de Negro.

no tengo ni puñetera idea de por qué Dios es como es. No sé por qué me habló a mí. Yo no lo hubiera hecho»;

si Dios es Dios le puede hablar a su corazón en cualquier momento. Le diré más: si me habló a mí (y ya le digo yo que lo hizo), es que puede hablarle a cualquiera»

y un tercero, quizá el mejor: 

La cosa no va de ser virtuoso. Lo único que hace falta es estar callado. No puedo hablar por boca del Señor, pero la experiencia que he tenido me hace creer que él habla al que está dispuesto a escuchar. No es necesario que sea virtuoso».

Una guinda

En otro momento Negro sí le dice a Blanco cuál es su problema:

La luz está en todas partes, lo que pasa es que usted no ve más que sombra alrededor. Y la sombra es usted. Usted hace la sombra».

Con este post dialogo con el anterior de Pablo Benavides y donde dialoga con nosotros, desde la vida eterna, Pablo Dominguez.

Siempre el diálogo.

Vida oculta de Jesús

John le Carré escribió que hay que pensar como un héroe para portarse simplemente con decencia en la vida cotidiana, y casi todos nosotros creemos que hace falta un impulso de rebeldía y una vocación de disidencia para atreverse a no secundar la injusticia. Pero lo mismo que muchas grandes canalladas las cometen personas dedicadas con celo al cumplimiento del deber, también hay actos de heroísmo y de resistencia que se llevan a cabo sin aspavientos y gente de orden que en un momento dado elige decir no, llevar la contraria, aceptar el escarnio e incluso la persecución.

Todos ellos eligieron en algún momento de sus vidas negarse a obedecer ciertas órdenes o atreverse a romper ciertas reglas con la plena seguridad de que se buscarían probablemente la ruina y con toda seguridad el rechazo de la mayor parte de aquellos con los que convivían y a quienes respetaban. Ninguno actuó forzado por las circunstancias ni por un interés personal. Cada uno de ellos, a cambio de pagar un precio muy alto, actuó con justicia y salvó o mejoró las vidas de otros. Ninguno ha obtenido la menor recompensa.

 

Leo el primer párrafo de «Heroes imposibles» de Antonio Muñoz Molina en Babelia, el cultural de El País. La mayoría de las veces sus miradas sobre una exposición, sus lecturas sobre un libro, sus comentarios a la realidad herida me sirven de inspiración. Los espero con gusto cada sábado.

Jesús de Nazaret

No he podido dejar de pensar en Jesús de Nazaret, cuya Pascua (Pasión, Muerte y Resurrección) tenemos tan cercana, tan al alcance de la mano.  Aprovechar la Semana Santa para contemplar a Jesús, y en Jesús a la humanidad sufriente, a la humanidad heroica, a la humanidad que se entrega sin esperar nada a cambio, a la humanidad que en silencio vive en plenitud su vocación a dar la vida por los demás. Y lo hacen de una manera callada, sencilla, humilde, sin pretender nada, sin querer aparentar nada, como si no tuvieran ego, como si solo tuvieran ser. Y ser para los demás.

Jesús, el judío de Galilea, el vecino de Nazaret, el buscador de Dios, el profeta del reino, el curador de la vida, el defensor de los últimos, el amigo de la mujer, el maestro de la vida, el creyente fiel, el resucitado por Dios. Estos son los títulos de la obra de José Antonio Pagola, Jesús, aproximación histórica.

Aproximarnos al Jesús de la historia, con fe renovada en este hombre, Dios mismo, que pasó desapercibido, uno de tantos, en un pequeño pueblo de Galilea, durante treinta años. Sin hacer ruido, sin alharacas, sin hacer otra cosas que vivir como uno más, estando con nosotros.

Hermanitos de Jesús

Esta es la vocación de los hermanitos de Jesús, y de las hermanitas de Jesús, hijos espirituales de Charles de Foucauld, con el que tanto comparto. Su oración de abandono, dicha desde los labios de Jesús, nos puede ayudar a vivir más santamente la Semana Santa.

Padre, me pongo en tus manos, haz de mí lo que quieras, sea lo sea te doy las gracias.

Estoy dispuesto a todo.
Lo acepto todo, con tal de que  Tu voluntad se cumpla  en mí y en todas tus criaturas. No deseo nada más, Padre.
Te concedo mi vida, Te la doy con todo el amor de que soy capaz, porque se que me amas y necesito darme, ponerme en tus manos sin limitación, sin medida, con una confianza infinita, porque Tú eres mi Padre.

 

demonios

A continuación ofrezco una serie de textos de Klaus Berger, autor del libro «Jesús», en los que se aborda la actividad de Jesús en contra de los «espíritus impuros» tal como hoy nos presenta el Evangelio.

«A los exorcismos ─la actividad de Jesús contra los demonios, de la cual dan testimonio los evangelios─ se halla ligada una concepción de la realidad según la cual el ser humano, con su psique, no es el centro de todas las cosas ─este no es más que un mito de moda que ya ha dejado detrás de sí sus mejores días─, una concepción de la realidad según la cual el ser humano está más bien inmerso en relaciones con personas y poderes exteriores a él». El mal habita en mí pero es extraño a mí, no me pertenece por naturaleza, por eso puedo ser liberado de él. «Siempre se trata de la experiencia: “¡Ése no soy yo!”, una experiencia que hay que deslindar claramente de las perturbaciones psicopatológicas». «El mal no es solo violación de preceptos y reglas, sino que, en la experiencia de las personas, es violencia que agarra desde fuera, un poder pérfido, insidioso, refinado, adictivo».
«Seguramente no se debe agobiar a las personas afirmando que están poseídas. El sentido del discurso sobre los demonios en el Nuevo Testamento no radica en atemoriza, ni en humillar a las personas. Jesús quiere combatir estos poderes y quebrar su dominio. Aunque les resulte embarazoso a teólogos y responsables eclesiásticos: en Jesús, el exorcismo es casi una suerte de sacramento (eso es, un signo de salvación que opera lo que anuncia). La praxis de su predicación consiste esencialmente en liberar a las personas del dominio del diablo por medio de palabras autoritarias pronunciadas con poder». En el ritual del bautismo se mantiene la pregunta: «¿Renunciáis a Satanás?», a lo cual se responde: «¡Sí, renuncio!».
«Jesús quiere combatir estos poderes y quebrar este dominio. Es una lucha por cada individuo, cada persona se convierte en un parcela de territorio liberado». «El ser humano siempre tiende primero la mano, y el maligno o el mal se toma el brazo entero». El padrenuestro termina con la petición «líbranos del mal» que en realidad, etimológicamente, quiere decir: «líbranos del maligno».
«A diferencia del difuso y a menudo minimizador discurso sobre el mal, el discurso sobre el diablo tiene la ventaja de que se le da nombre al mal». «Una mirada más profunda a la historia muestra que los abismos del mal, a los que el ser humano se asomó en Auschwitz tanto como en la Ucrania estalinista, transcienden lo humanamente posible (sin querer disculpar con ello al hombre), porque remiten a algo inefable, absolutamente malo».
En el interior de todo ser humano se dirime una lucha por él mismo, entre fuerzas que le son favorables y fuerzas que le son hostiles. «El individuo humano es visto como territorio disputado entre el espíritu inmundo y el Espíritu Santo». Y «el hombre pacta a menudo con los poderes adversos a él». Esta noción de lucha preserva «de la ilusión de que, en un mundo relativamente benévolo, lo que cuenta al final es llegar a ser una persona simpática y discreta. No, en este mundo no se trata de ser más o menos simpáticos, sino que se libra una batalla dramática a favor o en contra de Dios y del ser humano. También en nuestra sociedad hay demasiada gente que no quiere el cristianismo y lo combate llena de odio». Ahora bien, esto no es una visión pesimista y derrotista del mundo y la vida, todo lo contrario, «los textos exorcistas del Nuevo Testamento irradian un increíble optimismo; de los demonios solo se habla porque intervienen en un drama que terminará en su derrota. En la estructura del evangelio de Marcos, los exorcismos son impresionantes testimonios del poder que le corresponde a Jesús en cuanto Hijo de Dios. Y puesto que el Espiritu Santo está en Jesús, el demonio lo llama “el santo de Dios”».
En resumen: «en el mensaje de Jesús ─al hablar de demonios─  no se siembra miedo, sino que se pone nombre y se vence al miedo que desborda al ser humano, que se apodera de él. Esta victoria no procede del hondón del ser humano ─contra muchas teorías de autoayuda─, sino de Dios. Jesús es el liberador y vencedor.»

MISTERIO (Liturgia I)

“Cristianismo no es «religión» o «confesión» en el sentido más reciente, esto es, un sistema de más o menos verdades formuladas dogmáticamente que se aceptan y se profesan, y de una suma de preceptos morales que se mantienen o al menos se reconocen. Ciertamente pertenecen al cristianismo ambos elementos. Pero la esencia del cristianismo no se agota con los dos. Primeramente el cristianismo no es religiosidad, es decir, una postura frente a lo «divino».
San Pablo entiende el cristianismo, el «Evangelio», como un «mysterium», mas no en el sentido de una doctrina oculta y misteriosa de lo divino.«Mysterium» es una acción de Dios, la realización de un plan eterno en una acción que procede de la eternidad de Dios, se realiza en el tiempo y en el espacio y tiene nuevamente su término en el mismo Dios eterno. Este misterio puede expresarse en la única palabra «Cristo»”.

Odo Casel, El misterio del culto cristiano

Cristianismo es Cristo, el misterio de Dios encarnado.

«Jesús sí, Iglesia no»

La situación de la fe y de la teología en Europa se caracteriza hoy, sobre todo, por una desmoralización eclesial. La antítesis «Jesús sí, Iglesia no» parece típica del pensamiento de una generación. No sirve de mucho el intento de destacar los aspectos positivos de la Iglesia y su condición inseparable de Jesús. Para entender la precariedad real de la fe en nuestro tiempo hay que ahondar más. Porque detrás de esa difundida contraposición entre Jesús y la Iglesia late un problema cristológico. La verdadera antítesis que hemos de afrontar no se expresa con la fórmula «Jesús sí, Iglesia no»; habría que decir «Jesús sí, Cristo no», o «Jesús sí, Hijo de Dios no» (…)
La separación entre Jesús y Cristo es, a la vez, separación entre Jesús e Iglesia: se deja a Cristo a cargo de la Iglesia; parece ser obra suya. Al relegarlo, se espera rescatar a Jesús y, con él, una nueva forma de libertad, de «redención».

J.Ratzinger-Benedicto XVI
«Cristo y la Iglesia: problemas actuales de la teología. Consecuencias para la catequesis» en Un canto nuevo para el Señor. SALAMANCA 2011 (1995)

«El árbol de la vida»

El árbol de la vida comienza con una cita del libro de Job:

«¿Dónde estabas tú –dice Dios− cuando puse los cimientos de la tierra mientras los astros de la mañana cantaban a coro y aclamaban todos los hijos de Dios?»

 

No es un adorno bonito, para darle un toque misterioso a la película. Esta cita, como trataré de demostrar, y todo el libro de Job, es la clave interpretativa de la película, sin la cual puede parecer a muchos una extravagancia y a algunos una maravilla estética o poema cinematográfico, sin más pretensiones que saciar de placer los sentidos, aunque en realidad la estética esté puesta al servicio de la historia que Malick quiere contar, la antiquísima historia de amistad/enemistad del hombre con Dios. El árbol de la vida es un ensayo hecho de palabras e imágenes.

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El sistema de competencia en economía

La argumentación liberal defiende el mejor uso posible de las fuerzas de la competencia como medio para coordinar los esfuerzos humanos, pero no es una argumentación a favor de dejar las cosas tal como están. Se basa en la convicción de que allí donde pueda crearse una competencia efectiva, ésta es la mejor guía para conducir los esfuerzos individuales. No niega, antes bien, afirma que, si la competencia ha de actuar con ventaja, requiere una estructura legal cuidadosamente pensada, y que ni las reglas jurídicas del pasado ni las actuales están libres de graves defectos. Tampoco niega que donde es imposible crear las condiciones necesarias para hacer eficaz la competencia tenemos que acudir a otros métodos en la
guía de la actividad económica. El liberalismo económico se opone, pues, a que la competencia sea suplantada por métodos inferiores para coordinar los esfuerzos individuales. Y considera superior la competencia, no sólo porque en la mayor parte de las circunstancias es el método más eficiente conocido, sino, más aún, porque es el único método que permite a nuestras actividades ajustarse a las de cada uno de los demás sin intervención coercitiva o arbitraria de la autoridad.

Camino de Servidumbre

F. Hayek

Por quién doblan las campanas…

Nadie es una isla completo en si mismo; cada hombre es un pedazo del continente, una parte de la tierra; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia;
la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad; y por consiguiente, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti.»

John Donne