Religiosidad y Respeto

Ortega y Gasset se confesaba no creyente, al menos en un Dios personal como lo concebimos los cristianos. Sin embargo podemos aprender de él toda una lección sobre religiosidad y respeto:

 

Nunca olvidaré que cierto día, en un pasillo del Ateneo, me confesó un ingenuo ateneísta que él había nacido sin prejuicio religioso. Y esto me lo decía, poco más o menos, con el tono y gesto que hubiera podido declararme: “Yo, ¿sabe usted?, he nacido sin el rudimento del tercer párpado”. Semejante manera de considerar la religión es profundamente chabacana. Yo no concibo que ningún hombre, el cual aspire a henchir su espíritu indefinidamente, pueda renunciar sin dolor al mundo de lo religioso; a mí al menos me produce enorme pesar sentirme excluido de la participación de ese mundo. Porque hay un sentido religioso, como hay un sentido estético y un sentido del olfato, del tacto, de la visión (…) Y hay ciegos y hay insensibles, y cada sentido que falta es un mundo menos que posee la fantasía, la facultad andariega y vagabunda. Pues si hay un mundo de superficies… y un mundo de bellezas, hay también un mundo, más allá, de realidades religiosas. ¿No compadecemos a nuestro hermano falto de sentido estético?…

 

Ortega y Gasset, J. OC, I, 451

 

Hemos visto abrirse en su vaso día a día esa rosa, alcanzar su plenitud de forma, de perfume, de color, lograrse, y eso ¡lejos de su jardín, cortada ya, en su vaso solitario!, y al lograrse irse también a su propia lejanía, un pétalo primero, luego otro, sobre la mesa, y otro, y al final las semillas duras, negras, como arena de un reloj, como sombra finísima del tiempo. Donde la rosa vaya, vivirá con plenitud la rosa que fue. Nos llevó durante estos días al lejano jardín de donde vino y al ser ella ahora la que se va, se queda para siempre con nosotros. Ese siempre que necesita hacerse a cada instante, tan fugaz, tan inasible, tan frágil como su forma, su color y su perfume, de nadie y de tantos, para todos, para ninguno.

Andres Trapiello, Hemeroflexia (http://www.andrestrapiello.com/index.php?/mechinal/hemeroflexia-blog/)

 

Gracias Nano por la cita… de nuevo.

Apenas sensitivo- Andrés Trapiello

Sabe también que la literatura es cultura, pero que lo que vale es la poesía, que es estado de gracia, y que en poesía lo que vuela, vuela solo, sin que sepamos cómo es ello, por lo mismo que no acabamos de explicarnos cómo, con tan poco esfuerzo, el pájaro se sostiene en el aire o la araña del techo, sin caerse. Y sabe que eso es un escritor, alguien que no se cae. Y que la poesía es vida.»

Y, de nuevo, gracias Nano por la cita.

El rostro de la sombra -Alfredo Gómez Cerdá

“Ya podemos conocer el verdadero rostro de la sombra. Ha llegado el momento de descubrir esa sombra e, incluso, de ponerle forma, sentido y nombre. La magnífica novela de Alfredo Gómez Cerdá, “el Rostro de la sombra”, Editorial SM, se lee como una película de suspense…sin dejar de mirar el libro. Sin duda recomendable para educadores de ESO y bachillerato, para profesores de ética, de religión, para padres..»

http://www.literaturasm.com/El_rostro_de_la_sombra_Promo.html

Tienes 17 años,  una noche de borrachera, con dos amigos,  te subes a un puente, tiras una piedra, grabas un accidente en video y lo subes a youtube, muere la madre de tu chica.

¿Qué haces? ¿Echarías la culpa a otros para parecer inocente?

Si fuese hijo mío..comenta tu padre al ver la noticia en televisión

¿Has tirado una piedra o matado a una persona?”

Un texto para reflexionar sobre nuestra sociedad, los jóvenes y el mundo de hoy. El peligro y las posibilidades.

Gracias Nano por la recomendación.

Quo vadis

«No leemos esta novela para tener una cabal información sobre los sufrimientos de los primeros cristianos bajo el Imperio romano, pero lo cierto es que la imagen que todos nos hacemos de Nerón, no es la ofrecida por los estudiosos de la historia, sino la creada por la fecunda imaginación de Sienkiewicz» .

La basílica de San Pedro en el Vaticano está construida sobre la tumba de Pedro. Aquella enorme mole de piedra se apoya en la débil roca de Simón el pescador, aquél que hasta el último momento sintió miedo, según la tradición legendaria, y dudó. Pedro salía de Roma por la vía Appia y se encontró de frente al Señor, «Quo vadis, Domine?» le preguntó. «A los oídos del apóstol llegó una voz vaga y dulce que decía: ─Cuando tú abandonas a mi pueblo yo voy a Roma para ser crucificado una vez más».

Ni el episodio que aquí se relata ni la novela de Sienkiewicz son «historia», pero en cada una de sus páginas se transmite una gran verdad: la Iglesia de todos los tiempos se ha edificado sobre la sangre de los mártires, de los testigos que con su vida han predicado a Cristo y éste crucificado. Ellos vencieron al Imperio Romano por la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio que dieron ya que no temieron a la muerte.

Leyendo esta novela uno puede atisbar el enorme impacto que supuso el choque del cristianismo con la cultura imperial, y de qué modo se fue extendiendo el virus del «amor al prójimo» infectando uno a uno cada corazón. Con Sienkiewicz he sentido a la vez nostalgia de aquel tiempo (real o no) y orgullo de ser cristiano.

Jesús

«Aunque para los profanos en la materia pueda resultar asombroso, en la teología actual existe una doble prohibición en lo que atañe a Jesús. La primera prohibición la decretan los exegetas histórico-críticos, que empequeñecen a Jesús; la segunda los ideólogos y charlatanes, que los siguen de cerca y cargan a “Jesús” con significados que a él probablemente le habrían sorprendido, pues lo instrumentalizan con intención política o lo reinterpretan como esfinge psicológica.

Por “empequeñecimiento por medio de la crítica histórica” quiero decir lo siguiente: algunos investigadores extrajeron su imagen de Jesús exclusivamente de una parte de los tres primeros evangelios, esto es Mateo, Marcos y Lucas; no tuvieron en cuenta el evangelio de Juan. Luego, cuestionaron la autenticidad de muchos otros dichos de Jesús. No vacilaron en calificar de legendarios textos que podían causar una penosa impresión a sus contemporáneos ilustrados, ni en responsabilizar a la comunidad pospascual de haber convertido a Jesús en una suerte de Dios. Lo cual empequeñeció a Jesús: un hombre corriente que dijo e hizo menos de lo que el Nuevo Testamento le atribuye».

Algunos libros son como una fuente de agua fresca después de una empinada cuesta en un día soleado. Klaus Berger, prestigioso exegeta, propone «otra» aproximación a Jesús, la del discípulo, cuya razón es más amplia, y diría yo más aguda, que la razón científica. En palabras de Max Scheler: «sólo uno tiene acceso al núcleo de la persona de Jesús: el discípulo».

(Un magnífico artículo introductorio al libro lo escribió Dolores Aleixandre en Vida Nueva con el título: «Acercarse a Jesús desde el corazón”).

La fe en el nacer y en el morir

Por lo que concierne a la alegría esperada, profundicemos en ella por medio de una parábola:

Ocurrió que, en un seno materno, fueron concebidos gemelos. Pasaron semanas, y las criaturas crecieron. Conforme cobraron conciencia, aumentaba su alegría:
– “Di, ¿no es fantástico que hayamos sido concebidos? ¿No es maravilloso que estemos vivos?”. Los gemelos comenzaron a descubrir su mundo. Y cuando encontraron el cordón que les unía a la madre y que les suministraba el alimento, estallaron en cantos de puro gozo:
– “¡Cuán grande es el amor de nuestra madre, que comparte su vida con nosotros!”.
Pero, a medida que seguían pasando las semanas y finalmente se convirtieron en meses, los gemelos se percataron de repente de cuánto habían cambiado.
– “¿Qué significa esto?”, preguntó uno de ellos. “Significa –respondió el otro- que nuestra estancia en este mundo se encamina hacia su fin”.
– “Pero yo no quiero irme”, replicó el primero, “a mí me gustaría quedarme aquí para siempre”.
-“No tenemos elección”, objetó el segundo, “pero ¡tal vez haya vida después del nacimiento!”.
-“¿Cómo puede ser posible eso?”, preguntó escéptico el primero. “Perderemos nuestro cordón de vida y sin él, ¿cómo vamos a ser capaces de vivir? Además, otros han abandonado este seno antes que nosotros y ninguno de ellos ha vuelto a decirnos que existe vida después del nacimiento. No, ¡el nacimiento es el fin!”.
Así, uno de los gemelos cayó en una profunda aflicción y dijo:
-“Si la concepción termina con el parto, ¿qué sentido tiene entonces la vida en el seno materno? Es absurda. Quizá ni siquiera exista una madre detrás de todo”.
-“Pero tiene que existir”, protestó el otro; “si no, ¿cómo habríamos llegado hasta aquí? ¿Y cómo es que seguimos vivos?”. “¿Has visto alguna vez a nuestra madre?”, preguntó el primero. “Es posible que sólo exista en nuestra imaginación. Nos la hemos inventado porque así podemos entender mejor nuestra vida”.
Y de esta suerte, los últimos días en el seno de la madre estuvieron llenos de preguntas y de gran ansiedad. Un día, por fin, llegó el momento de nacer. Cuando los gemelos abandonaron su mundo, abrieron los ojos. Gritaron. Lo que vieron sobrepasó con creces sus sueños más atrevidos.

K. Berger, JESÚS, ¿Es posible morir con Jesús? pp 603-4

Ética liberal

Una cierta parte de la vida humana debía quedar independiente de la esfera del control social (…) Tenemos que preservar un ámbito mínimo de libertad personal, si no hemos de «degradar o negar nuestra naturaleza» (…)  ¿Cuál debe ser, pues, este mínimo? El que un hombre no puede ceder sin ofender a la esencia de su naturaleza humana (…)

El deseo de que no se metan con uno y le dejen en paz ha sido el distintivo de una elevada civilización, tanto por parte de los individuos como por parte de las comunidades. El sentido de la intimidad misma, del ámbito de las relaciones personales como algo sagrado por derecho propio, se deriva de una concepción de la libertad que, a pesar de sus orígenes religiosos, en su estado desarrollado apenas es más antigua que el Renacimiento o la Reforma. Sin embargo, su decadencia marcaría la muerte de una civilización [la Occidental] y de toda una concepción moral.

Isaiah Berlín

Dos conceptos de libertad

El telón- Milan Kundera

Don Quijote explica a Sancho que Homero y Virgilio no describían a los personajes <<como ellos fueron, sino como habían de ser para quedar ejemplo a los venideros hombres de sus virtudes>>. Ahora bien, el propio Don Quijote es cualquier cosa menos un ejemplo a seguir. Los personajes novelescos no piden que se les admire por sus virtudes. Piden que se les comprenda, lo cual es algo totalmente distinto. Los héroes de epopeya vencen o, si son vencidos, conservan hasta el último suspiro su grandeza. Don Quijote ha sido vencido. Y sin grandeza alguna. Porque, de golpe, todo queda claro: la vida humana como tal es una derrota. Lo único que nos queda ante esta irremediable derrota que llamamos vida es intentar comprenderla. Esa es la razón de ser del arte de la novela»

Eduardo Galeano- El libro de los abrazos

Un hombre del pueblo Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.

A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.

El mundo es eso- reveló-. Un montón de gente, un mar de fueguitos.

Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas.

Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acercan, se enciende.

Bienaventuranzas

Las Bienaventuranzas «son palabras de promesa (…) Cada una de las afirmaciones de las Bienaventuranzas nacen de la mirada dirigida a los discípulos; describen, por así decirlo, su situación fáctica: son pobres, están hambrientos, lloran, son odiados y perseguidos (…) A pesar de la situación concreta de amenaza inminente en que Jesús ve a los suyos, ésta se convierte en promesa cuando se la mira con la luz que viene del Padre (…) Precisamente los que según los criterios del mundo son considerados pobres y perdidos son los realmente felices (…) Las Bienaventuranzas son promesas en las que resplandece la nueva imagen del mundo y del hombre que Jesús inaugura (…) Son promesas escatológicas (…) Las paradojas que Jesús presenta  en las Bienaventuranzas expresan la auténtica situación del creyente en el mundo: “somos los impostores que dicen la verdad, los desconocidos conocidos de sobra, los moribundos que están bien vivos, los sentenciados nunca ajusticiados, los afligidos siempre alegres, los pobres que enriquecen a muchos, los necesitados que todo los poseen” (2 Co 6, 8-10). (El Apóstol) se siente “el último”, como un condenado a muerte y convertido en espectáculo para el mundo (…) Y a pesar de todo experimenta una alegría sin límites (…) experimenta la íntima relación entre cruz y resurrección: estamos expuestos a la muerte “para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo” (2 Co 4, 11).
Las Bienaventuranzas son como una velada biografía interior de Jesús, como un retrato de su figura».

Jesús de Nazaret, J. Ratzinger-Benedicto XVI

https://www.novabella.org/bienaventuranzas-no-programa-vida/