Vida en el espíritu

En la vida hay momentos en los que se pone en juego la totalidad de la existencia y se toman decisiones que trascienden los datos del momento y de las que no se puede dar cuenta por solas razones intramundanas. Momentos en los que hemos sido mal tratados y en vez de defendernos nos hemos callado. Momentos en los que hemos dado un perdón que no sólo no se nos ha pagado, sino que ha sido acogido como lo más natural. Momentos en que hemos obedecido no por evitar líos, sino sólo por causa de ese Misterio silencioso que es Dios y su voluntad. Sacrificios que no nos proporcionaban gratitud, ni reconocimiento, ni siquiera satisfacción interior. La experiencia de la soledad total. Decisiones de las que seremos siempre responsables, que nacieron totalmente de lo más íntimo de nuestra conciencia, porque ya no había nadie que pudiera aconsejar o hacer un poco de luz o simplemente compartir la responsabilidad. ¿Hemos intentado amar a Dios, allí donde no nos sentíamos llevados por ninguna ola de entusiasmo, allí donde todo nos parecía vacío y sin sentido y donde sólo deseábamos desaparecer?, ¿Hemos intentado cumplir algún deber al que sólo experimentábamos como la pura negación de nosotros mismos, como una tontería radical que nadie habría de agradecernos?, ¿hemos sido buenos con personas en las que nuestra bondad no iba a tener ningún eco no ya de gratitud: sino de reconocimiento?

Si de toda esta cadena logramos extraer las auténticas experiencias que hicieron posible que todo eso ocurriera, entonces hemos hecho la experiencia del Espíritu Santo. La experiencia de que el Espíritu es algo más que un trozo de este mundo, la experiencia de que el sentido del hombre no se agota en la dicha de este mundo, la experiencia de una audacia confiada que no proviene de los éxitos de este mundo y, en una palabra, la experiencia de Dios, de la llamada de su Espíritu, que se hizo realidad para nosotros en la encarnación y muerte de Cristo.
Karl Rahner

 

Derechos

los derechos de la comunidad no pueden sobreponerse a los de la persona individual….sugiere el papa que la atención debida  la seguridad personal de un inmigrante puede ser más importante que la concedida a la seguridad de un francés que vive tranquilamente en su casa. este principio puede parecer chocante, pero forma parte de la doctrina católica

Andreol Chartier

La marcha del Hambre

Son hombres y mujeres y niños pobres, pobrísimos, y huyen de la pobreza, de la falta de trabajo, de la violencia que antes era sólo de los malos patronos y de la policía y es ahora, sobre todo, la de las maras, esas bandas de forajidos que los obligan a trabajar para ellas, acarreando o vendiendo drogas, y, si se niegan a hacerlo, matándolos a puñaladas e infligiéndoles atroces torturas.

¿Adónde van? A Estados Unidos, por supuesto. ¿Por qué? Porque es un país donde hay trabajo, donde podrán ahorrar y mandar remesas a sus familiares que los salven del hambre y el desamparo centroamericano, porque allí hay buenos colegios y una seguridad y una legalidad que en sus países no existe. Saben que el presidente Trump ha dicho que ellos son una verdadera plaga de maleantes, de violadores, que traen enfermedades, suciedad y violencia y que él no permitirá esa invasión y movilizará por lo menos 15.000 policías y que, si les arrojan piedras, estos dispararán a matar. Pero no les importa: prefieren morir tratando de entrar al paraíso que la muerte lenta y sin esperanzas que les espera donde nacieron, es decir, en el infierno.

Mario Vargas LLosa, La marcha del Hambre, El País, 11.11.18

San Juan de la Cruz

Os 111-4.8-9 Con lazos humanos los atraje con vínculos de amor

Atado a ti
con dulce soga
liberado.

Me atrapa tu música de estrellas
su fugaz eternidad.

Tu silencio
es la delicia de mi corazón.

Encelado en tu ser.
Vinculado.
Desfallecido en tu boca.

Llámame por tu nombre Amado mío.

A tu sabor reposo
el cuello reclinado
en tus dulces abrazos tan amados.

NC

Lucky

De niño, cuando vivía en Kentucky tenía un rifle de perdigones.Disparaba torcido. Un día estaba yo disparando a los árboles y a las hojas, y había un ruiseñor en un árbol que no paraba de cantar. Apunté el rifle solo para espantarlo y su canto cesó. Fue el momento más triste de toda mi vida. El silencio que sobrevino al mundo era devastador.

No había vuelto a pensar en ese pájaro desde que era niño.

(eso se lo cuenta  por teléfono Lucky a un amigo, de 90 años, cuando comprende que está próxima su muerte, y tiene miedo.

Inmaculada

¿Adónde va, cuando se va, la llama?
¿Adónde va, cuando se va, la rosa?
¿Adónde sube, se disuelve airosa,
hélice, rosa y sueño de la rama?

¿Adónde va la llama, quién la llama?
A la rosa en escorzo ¿quién la acosa?
¿Qué regazo, qué esfera deleitosa,
qué amor de Padre la alza y la reclama?

¿Adónde va, cuando se va escondiendo
y el aire, el cielo queda ardiendo, oliendo
a olor, ardor, amor de rosa hurtada?

¿Y adónde va el que queda, el que aquí abajo,
ciego del resplandor se asoma al tajo
de la sombra transida, enamorada?

Gerardo Diego