el señor es el lote de mi heredad y mi copa, mi suerte está en tus manos
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Salmo 15
En ti
No me arrepiento de mi amor
Tú sabes bien cómo he querido siempre adherirme a ti; así pues, guárdame en esta voluntad hasta el final. Siempre he creído en ti, siempre te he amado, incluso cuando he pecado contra ti. Me arrepiento de mis pecados hasta morir. Pero no me arrepiento de ninguna manera de mi amor, sino de no haberte amado tanto como debía.
Guillermo de Saint-Thierry
Perdona
Pobre de mí, mi conciencia me acusa sin cesar y la verdad no me puede excusar diciendo: no sabía lo que se hacía. Perdona, pues, Señor, al precio de tu preciosa sangre, todos los pecados en los que he caído, consciente o inconscientemente. Sí, Señor, verdaderamente he pecado, y voluntariamente, y mucho. Después de haber recibido el conocimiento de tu verdad, he ofendido al Espíritu de gracia
Guillermo de Saint-Thierry
Palabras necesarias
Contemplativos
Ser poesía
Las yemas del tilo
Experiencia de Dios
En La Iglesia de San Francisco, en La Habana, cuando comenzó el Credo, algo estalló dentro de mí como un trueno. Supe con la certeza más absoluta e incuestionable que delante de mí, directamente presente en una aprehensión, que estaba por encima de la de los sentidos, estaba Dios en toda su esencia, todo su poder, Dios en la carne y Dios en sí mismo. Era una luz tan brillante que carecía de relación con cualquier otra luz visible; tan profunda y tan íntima …y sin embargo, la cosa que más me chocó fue que esa luz era, en cierto sentido, ordinaria. Era una luz (y eso me quitó más el aliento) que se ofrecía a todo,a todos, y no había nada extraño ni especial en ella. Era la luz de la fe,profundizada y reducida a una obviedad extrema,y repentina.
Thomas Merton
Abismo de la divinidad
vivir fuera de sí por estar más allá de sí mismo. Es el futuro inimaginable, el inalcanzable futuro de esa promesa de vida verdadera que el amor insinúa en quien lo siente. Lo que no conocemos y nos llama a conocer. Ese fuego que alienta ene lsecreto de toda vida. Lo más escondido del abismo de la divinidad; lo inaccesible que desciende a toda hora»
María Zambrano