El lenguaje del paraíso

Creo saber cuál es el idioma que el emperador Federico -¡ojalá esté ardiendo en el infierno!- quería conocer. Cualquier palabra,  en cualquier lengua , dicha amorosamente, desciende de este idioma. Tal vez el amor con el que Dios le habló a Adán antes de la expulsión del Edén  sea el verdadero  idioma del Paraíso, y sus ecos resuenan débilmente en las torpes palabras de amor que proferimos con nuestras bocas imperfectas

Verónica Murguía, El lenguaje del paraíso, en El ángel de Nicolás

Honradez

Daría mucho, daría el brazo izquierdo o la pierna izquierda, si con semejante sacrificio pudiera devolver al país y a sus gentes el viejo y buen sentido de integridad, de la antigua sobriedad, aquella rectitud y modestia que sin duda se han perdido de muchas maneras y para desgracia de todos los hombres honrados. Al diablo con el ansia miserable de parecer más de lo que se es.

Robert Walser, El paseo

El Señor muerte

Ante mis preguntas se rascó la cabeza….no habló en un buen rato. Mientras tanto yo también estuve en silencio y me quedé quieta como cuando papa me invita a meditar y me propone quedarnos inmóviles como una piedra. Sentía el viento y veía como sacudía el vestido del señor muerte. Podía ver bien sus pies descalzos, largos, delgados. E imaginé que así serían los pies de alguien que ha caminado mucho por el mundo: largos, delgados, un poco arrugados.

Adiós, Oscurita, de Andrea Serna

Poema

vuélvete como un niño,
vuélvete mudo, vuélvete ciego.
Tu propio yo nada ha de volverse,
ahuyenta lejos de ti
todo yo y toda nada.
Ni lugar ni tiempo
hasta imágenes evita.
Marcha sin camino,
por la estrecha vereda,
llegarás así a la vía del desierto.

Oh alma mía,
sal y entra en Dios.
Húndase todo mi yo
en la nada de Dios,
húndase en la misma marea.
Si huyo de ti
tú vienes a mí.
Si yo me pierdo,
a tí te encuentro:
oh, bien más allá de todo ser.

Grano de mostaza, entorno del Maestro Eckhart

Desconocidos desiertos

(el alma) ha de elevarse desprendiéndose de todas las criaturas, de sí misma y de todo gozo, y ha de partir a los  desconocidos desiertos de la divinidad. Y, devenida ella misma desierto, debe perder su propia imagen, y el desierto divino ha de guiarla desde sí misma a él mismo (al desierto divino) donde pierde su propio nombre y ya no es ella misma, sino Dios…Tan pronto ha seguido el alma a Dios hasta el desierto de la divinidad, nuestro Señor Jesucristo la sigue al desierto del poder por voluntad propia y es idéntico a él»

Maestro Eckhart.

Retiro

no se trata de que el hombre huya del mundo y se dirija al desierto, sino que ha de aprender a convertirse interiormente en desierto «(Eckhart), es decir, a renunciar a las «pro-piedades» y a desprenderse de las cosas, en la medida en que no son pura transparencia para ir hacia Dios, a fin de ser muy pobre y abierto para recibir a Dios»

Espiritualidad del desierto, Gisbert Greshake