Privado

 Sólo se empieza verdaderamente a descubrir qué es la vida espiritual cuando nacen, en cada uno de nosotros, unas exigencias suficientemente propias como para que los demás no las conozcan. De modo que esas exigencias nos personalizan y nos singularizan no porque queramos que nos personalicen o singularicen sino porque, de no seguirlas, nos negaríamos a nosotros mismos. Para mí, la vida espiritual empieza, pues, en el momento en que cada uno de nosotros –cada uno a su hora– descubre, dentro de sí, aquellas exigencias que le son propias y que no se deducen de doctrina, ideología, disciplina o imitación alguna. Se trata de algo mucho más personal y singular, de manera que quienes están a nuestro lado no tienen por qué conocer esas exigencias de la misma manera que nosotros.

Marcel Legaut

pastor

Fui profesor de matemáticas en la universidad hasta la edad de cuarenta y dos años. Entonces cambié, de forma bastante brusca, de profesión: me hice pastor de ovejas y ejercí como tal a lo largo de tres décadas, a 1.000 m. de altitud… Si pasé de la función de profesor universitario al trabajo de pastor, fue por haber sentido no sólo que me era necesario encontrar mi propia profundización, mi pleno desarrollo, sino porque, de haber rechazado esa opción –que equivalía a dar un salto en la oscuridad–, algo en mí habría quedado malherido.

Marcel Légaut (1900-1990), escritor y pensador. En 1960, tras veinte años de este «retorno a la tierra», de este «descenso sin retorno» en la escala social, con su correspondiente arraigo en la vida común, Légaut emprendió una reflexión a fondo, sobre la condición y la existencia del hombre, que se plasmó en los dos tomos de su obra principal: El cumplimiento humano, que se publicó en 1970-71 gracias al apoyo de Gabriel Marcel.

 

Tsukubai

En Ryōan-ji, templo budista en Kyoto (Japón), se encuentra un depósito en piedra esculpida en el cual el agua corre dulcemente sin detenerse nunca. Es un Tsukubai, que pudiera traducirse como un lugar donde hay que inclinarse, ya que para beber del agua hay que inclinarse, un gesto que implica también oración y reverencia. En este Tsukubai hay esculpidos cuatro ideogramas, que pudieran traducirse así: Todo lo que necesitas, lo tienes ya.

Contemplación

Para explicarlo con audacia, la contemplación es la única y última respuesta al mundo irreal e insano que nuestros sistemas financieros, nuestra cultura de la publicidad y nuestras emociones caóticas e irreflexivas nos empujan a habitar. Aprender la práctica contemplativa es aprender lo que necesitamos para vivir de una manera verdadera, honesta y amorosa. Es una cuestión profundamente revolucionaria.

Rowan Douglas Williams, en el sínodo de la Nueva evangelización

 

Santa María del Slencio

Presérvanos de la morbosa voluptuosidad de noticias, que nos hace sordos a la “buena noticia”. Haznos operadores de aquella ecología acústica que nos devuelva el gusto de la contemplación incluso en el torbellino de la metrópolis. Convéncenos de que sólo en el silencio maduran las cosas grandes de la vida: la conversión, el amor, el sacrificio, la muerte.
Don Tonino Bello

Carrera


Una parte del problema, Mitch, es la prisa que tiene todo el mundo, dijo Morrie. Las personas no han encontrado sentido en sus vidas, por eso corren buscándolo. Piensan en el próximo coche, en la próxima casa, en el próximo trabajo. Y después descubren que esas cosas también están vacías, y siguen corriendo…
Mitch Albom: Martes con mi viejo profesor