De lo espiritual del arte

Kandinsky consideraba que el arte era intrínsecamente espiritual. Otoño II, cuadro pintado cuando escribía su célebre tratado De lo espiritual del arte (1912), confirma alguna de sus convicciones sobre la capacidad expresiva inherente a ciertos colores, sobre las formas que sugieren en lugar de describir y sobre la libertad de la línea para mostrar su «sonido interior». (sic).

explicación del cuadro Otoño II, de Vladimir Kandinsky, en  la exposición Impresionistas y Modernos, Caixa Fórum Madrid

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El collar de la paloma

Otras señales son: que el amante vuele presuroso hacia el sitio donde está el amado; que busque pretextos para sentarse a su lado y acercarse a él; y que abandone los trabajos que le obligarían a estar lejos de él, de al traste con los asuntos graves que le forzarían a separarse de él, y se haga el remolón en partir de su lado.

Ibn Hazm de Córdoba

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Azul la cordillera

…pero nos queríamos tanto que después de cada clase salíamos juntas a dar una vuelta por ahí. Algunas veces dimos la clase junto al río. Clase o como se llamara eso que nos sucedía, cuando mi mano llevaba su mano chiquita y dibujábamos juntas letras en la arena.

Hasta que un día, yo estaba corrigiendo en la mesa del comedor, de espalda a la ventana. Laura, frente a mí, apoyada en sus codos y con la carita sostenida en los puños. Algo empezó a decir. Cuando realmente la escuché, demoré todavía un tiempo en entender, porque estaba metida de cabeza en el procedimiento fallido de las divisiones por dos cifras. Además porque la voz de Laura salía en pedacitos, como respiraciones, con un sonido o dos. Canción susurrada parecía. Lenta y como para dormirse.

– La ma…la,¡no!…al ma cén y car ni ce. ¡Almacén y carnicería!

Cuando terminó de deletrear yo vi en sus ojitos el reflejo del almanaque que teníamos en la pared, justo a mi espalda. Y no me moví, para seguir viendo ese brillo y la carita de entender y el deslumbrase por el descubrimiento, y mis propias trenzas cayendo en la mesa del tiempo en que mama amasaba. Y después tampoco me moví, aunque se me cayó la lapicera, porque tenía una agitación en el pecho que no me dejaba hablar. Y ella lo supo y dio la vuelta para tomarme la cara con sus manos amigas y me abrazó y yo sentí había empezado a ser una maestra y que estaba en el único lugar  en que debía estar»

Azul cordillera, María Cristina Ramos, Premio Iberoamericano SM de Literatura Infantil y juvenil

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Luz

Aquella fue la primera luz que mis pobres ojos conocieron. Al recordarla, a veces me pregunto si, en definitiva, toda la fe y todas las fantasías, todo el miedo y las conjeturas, todas las creencias disparatadas referidas al cielo y al infierno, no serán más que un engaño comparados con esta otra primera incertidumbre: la oscuridad precede a la lenta consciencia de la primera luz.»

Alice McDermott, Alguien

alguien