Adorarte y verte

Pero la angosta mirada humana ¿cómo iba a poder abarcar a Dios, al que no abarca todo el mundo creado? La exigencia del amor no atiende a lo que va a ser o a lo que debe o puede ser. El amor ignora el juicio carece de razón, no conoce la medida. El amor no se aquieta ante lo imposible, no se remedia con la dificultad.

El amor es capaz de matar al amante si no puede alcanzar lo deseado; va a donde se siente arrastrado, no a donde debe ir.

El amor engendra el deseo, se crece con el ardor y, por el ardor, tiende a lo inalcanzable. ¿Y qué más?

El amor no puede quedarse sin ver lo que ama.

San Pedro Crisólogo

Tu presencia

Al comenzar el bombardeo fui presa de un pánico indescriptible. La muerte estaba al alcance de mi mano. Era joven y no quería morir. Mi impotencia me hacía sentir una ira irrefrenable, puesto que no podía defenderme ni tampoco huir, y no me quedaba otra salida que ver llegar a la muerte sin poderlo remediar.
Me rebelaba con toda mi fuerza vital contra el hecho de caer en la nada. De pronto mientras me debatía contra la ira y el miedo , me inundó un sentimiento de infinita paz. Supe de la presencia de Dios. Sentí que carecía de importancia el hecho de que fuera a morir o no, pues las cosas están bien así como están, Nada verdaderamente importante puede suceder con la muerte. No se trataba de un pensamiento sino de una súbita certeza de la que fluía la paz, la seguridad, el sentimiento de hallarme protegido.
Si bien exteriormente nada había cambiado, la presencia de Dios se me manifestaba como una certidumbre indubitable. Tan patente se me hizo la existencia de dios que me hubiese sido más fácil creer que yo no existía antes que dudar de su presencia, Era de una evidencia absoluta. Yo tenía 17 años y, por ende, no elaboré esta experiencia»

Franz Jalics, sjguernica-5--644x362

Felicitación de Navidad

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A través de un agujeruco podemos acercarnos a la escena del misterio. María contempla al niño recién nacido.»Cuando diste luz a tu hijo nos elegiste a todos como lecho de parturienta«.
La madre y el hijo, es lo primero que vemos en esta felicitación de Navidad. La madre ha sido transformada por el nacimiento del niño. Amada en el amado transformada.»Seré María y te daré a Luz»
Si vamos más allá, y abrimos la ventana, vemos un fresco de la Natividad. Muchos personajes dan armonía y belleza al conjunto: san José, con una cara que lo dice todo, «no es posible lo que está sucediendo»; los ángeles, los pastores, la comadrona que apenas muestra su protagonismo. Una rendija nos abre al horizonte de Dios que se inserta en nuestra vida. «Mil veces podrías nacer en Belén pero si no te dejo nacer en mi andaré perdido para siempre«

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Siempre hay que ir más allá del misterio. Dejarse transformar por Él.
En este tiempo de Navidad Dios nos regala su ser, desde el seno de María. Regalarnos unos a otros es entrar en la dinámica de generosidad de nuestro Dios. Me regalo  a ti con  estas tres frases de Angelus Silesius, que rumio, como José, en medio del desconcierto. ¡Feliz Navidad!

12.18

Mirad, vigilad

“Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento.(…)Velad, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, (…)no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos.Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!” (Mc 13, 33-37).

Mirad, sí, mirad con amor, compasión y cercanía la realidad del mundo.

Vigilad, sí, que vuestros corazones y vuestras casas estén abiertos a quienes llaman, como decía San Benito, “como si se tratara del mismo Jesucristo”.

Velad, sí, velad y animad a otros a hacerlo… no sea que acabemos todos dormidos y ni siquiera lleguemos a darnos cuenta que “el Dueño de la casa” llegó acompañado de cientos, miles, millones de seres humanos heridos, anhelando consuelo, alegría y fortaleza espiritual.

Mari Paz Lopez Santos

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Contigo

Mi vida se ha convertido en un diálogo ininterrumpido contigo, Dios mío, un único y gran diálogo. A veces, cuando estoy en una esquinita del campo, con los pies plantados sobre tu tierra y mis ojos dirigidos hacia tu cielo, mi rostro se inunda de lágrimas que gotean de una emoción profunda y de gratitud. También por la noche, cuando, acostada en mi cama, me recojo en ti, Dios mío, lágrimas de gratitud inundan el rostro: es esta mi oración”.

Etty Hillesum

Esta es la última anotación en sus cuadernos. Toda la familia Hillesum fue deportada a Auschwitz en septiembre de 1943. Los padres fueron eliminados de inmediato en las cámaras de gas, mientras que Etty, según la Cruz Roja, murió el 30 de noviembre. Tenía 29 años.

Etty_Hillesum[1]