Sostenidos

El alivio de descubrir que cuando nos quitamos el peso del mundo que llevamos sobre nuestras espaldas, sentimos que no se apoyaba sobre ellas. El descanso de presentir que tampoco nosotros, en nuestra naturaleza más profunda, nos sostenemos sobre nosotros mismos, la sospecha de que también de nosotros podemos descansar; que también nosotros podemos simplemente estar, simplemente dejarnos ser… El sentimiento, tan presentido como postergado, de que si osáramos soltarnos descubriríamos que no nos apoyábamos sobre nosotros: que siempre estuvimos sostenidos, que hubiera bastado con recibirnos, con abrirnos a la recepción. Descubrimos, también, que soltarse es llegar adonde estábamos pero aún no lo éramos, que entregarnos es encontrarnos no ya en nosotros sino dilatarnos en lo que en esa entrega se abrió; que soltar no es caer sino ahondar y que soltando también se salta.

Contemplar la naturaleza

Contemplar la naturaleza, su inmensurable vastedad o su abismal intimidad, sus mares, sus estrellas o el cierne tembloroso de una hoja que asoma, es siempre el contacto, la experiencia, de una realidad, de un espacio que no se centra, no se cierra sobre un yo. Un espacio donde mi mirada no me busca, donde no se refleja en mi propia obra, donde no vuelve a mí para volver a encerrarme… Un espacio, una apertura que salva, que redime.

H.Mújica

Delta del Okavango

 

En El

Llegará hasta ti el Señor

Y sentirás en ti como se eleva tu espíirtu y te recorre el cuerpo entero causándote placer, y te parecerá que un bálsamo está siendo derramado sobre ti, desde tu cabeza hasta tus pies, una y más veces, y mucho te regocijarás, y gozarás con alegría y temblor; alegría en el alma y temblor en tu cuerpo, como alguien que galopa rápidamente, quien está feliz y gozoso, mientras el caballo tiembla debajo de él»

Abulafia

GYI0061366840_crop_450x500