Oración en la cárcel. Dormir en confianza. Intercesión

Quiero subrayar también otro aspecto de la actitud de Pedro en la cárcel: de hecho, notamos que, mientras la comunidad cristiana ora con insistencia por él, Pedro «estaba durmiendo» (Hch 12, 6). En una situación tan crítica y de serio peligro, es una actitud que puede parecer extraña, pero que en cambio denota tranquilidad y confianza; se fía de Dios, sabe que está rodeado por la solidaridad y la oración de los suyos, y se abandona totalmente en las manos del Señor. Así debe ser nuestra oración: asidua, solidaria con los demás, plenamente confiada en Dios

Benedicto XVI catequesis sobre la oración

Que vea. Ceguera y oración

En el antiguo Egipto encontramos  el  testimonio de un hombre ciego, pidiendo a la divinidad que le restituyera la vista. Atestigua algo universalmente humano, como es la pura y sencilla oración de petición hecha por quien se encuentra en medio del sufrimiento, y este hombre reza:

«Mi corazón desea verte… Tú que me has hecho ver las tinieblas, crea la luz para mí. Que yo te vea. Inclina hacia mí tu rostro amado».

«Que yo te vea»: aquí está el núcleo de la oración.»

Benedicto XVI, Catequesis sobre la oración

via pulchritudinis. La vía de la belleza. Arte y oración

Tal vez os ha sucedido alguna vez ante una escultura, un cuadro, algunos versos de una poesía o un fragmento musical, experimentar una profunda emoción, una sensación de alegría, es decir, de percibir claramente que ante vosotros no había sólo materia, un trozo de mármol o de bronce, una tela pintada, un conjunto de letras o un cúmulo de sonidos, sino algo más grande, algo que «habla», capaz de tocar el corazón, de comunicar un mensaje, de elevar el alma.

Una obra de arte es fruto de la capacidad creativa del ser humano, que se cuestiona ante la realidad visible, busca descubrir su sentido profundo y comunicarlo a través del lenguaje de las formas, de los colores, de los sonidos. El arte es capaz de expresar y hacer visible la necesidad del hombre de ir más allá de lo que se ve, manifiesta la sed y la búsqueda de infinito. Más aún, es como una puerta abierta hacia el infinito, hacia una belleza y una verdad que van más allá de lo cotidiano. Una obra de arte puede abrir los ojos de la mente y del corazón, impulsándonos hacia lo alto.

Benedicto XVI, 31.08.12, Arte y oración

Apolo de Dresde, exposición de Dioses y hombres, Museo del Prado, octubre 2008

De película II: pura vida.

La solidaridad hecha vida.
Pura solidaridad de los montañeros que unen sus fuerzas para rescatar a Iñaki Ochoa, a 7.800 metros, en el Annapurna, que estaba enfermo de
muerte.
Don, un montañero que ya había abandonado la cumbre y estaba descansando en Katmandú, justifica así el haber respondido sin dudar a la llamada de volver a subir y participar en el rescate:

«¿Qué haríamos sin amor? Ya nos dió el ejemplo Jesús:
no hay amor más grande que el que dar la vida por los amigos.»

 

Recordar las maravillas.

http://youtu.be/uVfDg4t6wZs

Porque es eterna su misericordia

en nuestra oración deberíamos mirar con más frecuencia el modo como el Señor nos ha protegido, guiado, ayudado en los sucesos de nuestra vida, y alabarlo por cuanto ha hecho y hace por nosotros. Debemos estar más atentos a las cosas buenas que el Señor nos da. Siempre estamos atentos a los problemas, a las dificultades, y casi no queremos percibir que hay cosas hermosas que vienen del Señor. Esta atención, que se convierte en gratitud, es muy importante para nosotros y nos crea una memoria del bien que nos ayuda incluso en las horas oscuras. Dios realiza cosas grandes, y quien tiene experiencia de ello —atento a la bondad del Señor con la atención del corazón— rebosa de alegría.»

Benedicto XVI, 12.10.11,
comentario al salmo 126.
Catequesis sobre la oración

Tiempo ordinario. Transfiguración. Más allá, en lo real

Paseaba un día por una ciudad de provincia. De pronto el mundo me pareció transfigurado, de tal manera que me sentí llevado por una alegría desbordante. No puedo contarle lo que fue aquello, hubo como un cambio en el aspecto mismo de la ciudad, de la gente, del mundo. Me parecía que el cielo estaba más cerca. Casi lo palpaba. Tan sólo puedo hablar de intensidad, densidad, presencia y luz.
(Eugène Ionesco)

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Greggio: miel y panal en la boca.

«Con preferencia a las demás solemninades, (San Francisco de Asis) celebraba con infefable alegría la del nacimiento del niño Jesús, la llamaba fiesta de las fiestas, en la que Dios, hecho niño pequeñuelo, se crío a los pechos de madre humana.

Representaba en su mente imágenes del niño, que besaba con avidez; y la compasión hacia el niño, que había penetrado en su corazón, le hacía incluso balbucir palabras de ternura al modo de los niños. Y era este nombre de Jesús, para él, como miel y panal en la boca»

Tomás de Celano