
Al final de los días miraré a través del cristal de mi memoria repasando cada abrazo recibido, cada hora entregada en amar. Tal vez el humo del pecado y el cansancio de mi cuerpo nublen el cristal y no pueda recordar con claridad. Sólo te pido, Señor, que en esos momentos me ayudes a morir en Paz, abandonándome confiadamente a tu abrazo eterno.
Sencillamente, gracias.
SI UNO LOS RECUERDA CON MUCHO AMOR A NUESTROS SERES QUERIDOS QUE PARTIERON AL OTRO MUNDO SENCILLAMENTE SE DIRIA QUE ELLOS NUNCA SE FUERON …..
ojalá nuestra confianza nos permita abandonarnos en las manos de un Dios padre-madre que nos ama con una ternura infinita…
Hola Amparo,
¡Qué alegría verte por aquí!
Gracias por tus palabras,
un abrazo,
Dani