Conversión

Algo exquisito, suavísimo, de una delicadeza y ternura tales que nadie puede escucharlo con los ojos secos. (Berlioz, La infancia de Jesús) (…) Cuando terminó, cerré la radio para no perturbar el estado de deliciosa paz en que esa música me había sumergido. Y por mi mente empezaron a desfilar -sin que yo pudiera ofrecerles resistencia- imágenes de la niñez de Nuestro Señor Jesucristo. Le vi, en la imaginación(…)sólo yo me veía a mí mismo, en aquel paisaje ya desierto, arrodillado y con los ojos puestos en lo alto y viendo desvanecerse los últimos resplandores de aquella gloria infinita, que se alejaba de mí. Aquello tuvo un efecto fulminante en mi alma». ( pasó de ser ateo a creyente y ordenarse sacerdote)

Manuel García Morente

Deja una respuesta