Crimen y Castigo

«He buscado la tristeza, la tristeza y las lágrimas en el fondo de este vaso, y las hallé y las saboreé; pero Él que tuvo piedad de todos los hombres, Él que todo lo comprendió, tendrá piedad de nosotros. Él es el solo juez. Vendrá un día en que preguntará: “¿Dónde está la joven que se sacrificó por una madrastra odiosa y tísica y por niños que no eran sus hermanos? ¿Dónde está la joven que tuvo piedad de su padre terrenal y no se apartó con horror del borracho crapuloso?” Y dirá: “¡Ven! Te perdoné una vez… Te perdoné una vez… Ahora te absuelvo de todos tus pecados, porque fue mucho lo que amaste…” Y perdonará a mi Sonia, sé que la perdonará…»

Sonia es su hija, que se prostituye para poder dar de comer a su familia. Sonia es un “ángel” enviado para rescatar a Raskolnikof, el criminal de la novela. Por ella pasa toda la redención contenida en esta maravillosa historia.

«Todos serán juzgados por Él y Él perdonará a todos: a los buenos y a los malos, a los sabios y a los ignorantes… Y cuando haya concluido con los demás nos llegará la vez. “¡Aproximaos vosotros también! – nos dirá -. ¡Aproximaos, los borrachos, aproximaos, los libertinos, aproximaos, los impúdicos!” Y nosotros nos acercaremos sin temor. Y Él nos dirá: “¡Sois unos cochinos! ¡Lleváis estampado el sello de la bestia! ¡Pero venid!” Y los sabios, los inteligentes dirán: “Señor, ¿por qué admites a esos?” Y Él responderá: “Los recibo, sabios, los recibo, inteligentes, porque ninguno de ellos se creyó digno de esta gracia…” Y nos tenderá los brazos, y nosotros nos precipitaremos en ellos… y nos desharemos en lágrimas… y todo los comprenderemos… Y todo será comprendido por todo el mundo.»

Crimen y Castigo, F. M. Dostoievsky

Un comentario en «Crimen y Castigo»

  1. Los que nos creemos justos reprochamos a Dios su forma de actuar. ¿Por qué no castigas a los malos y premias a los buenos?
    Esta lógica sobre el concepto de justicia aflora en todos los tiempos y lugares en el corazón de los hombres. Esta lógica es la de quien no tiene la amplísima mirada del amor, quien no tiene las entrañas tejidas de misericordia.
    Señor, enséñame a amar, enséñame a perdonar.

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