Dancing Beethoven

El gesto de la niña al contemplar a sus padres, bailarines, tras el cristal, es inequívoco.  La admiración La sensación de estar contemplando una maravilla inaccesible. El miedo. La sensación de sentirse a salvo al otro lado de la puerta.  El alivio, el deseo de mantenerse al margen de la batalla, bellísima y terrible, que tiene lugar en el interior de la sala. Y nosotros, ¿dónde estamos? ¿Contemplamos las maravillas del otro lado del cristal, temblando de miedo, sin atrevernos a entrar? ¿O dentro, con los otros, bailando? ¿Deseamos bailar o solo mirar a los que bailan? ¿Qué estamos haciendo con nuestra vida? ¿Qué estoy haciendo yo con mi vida?

Andrés Ibáñez

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