De lo trascendente en la literatura infantil y juvenil

Ah, este estilo, esta sabiduría combinada con una autoridad formidable, la atención sobre la vida y la muerte.Sin eufemismos, gracias a la libertad que otorga la imaginación, la materia primordial de la literatura fantástica. Es en los buenos libros de fantasía o los buenos libros para más pequeños es donde se puede hablar sin tapujos del bien, del mal, de las enfermedades del espíritu, de la traición, el sacrificio, la vejez, el amor o la muerte.

Éstos, los temas con mayúscula, no predominan en la novela para adultos. Se les considera solemnes o, quizás, pasados de moda. En cambio, menudean los romances ñoños disfrazados de novela erótica, las crónicas de nota roja sin siquiera una hipótesis sobre la naturaleza humana, las soluciones mágicas —sin magia, ni magos— a los problemas de la vida. Son, muchas veces, un dócil eco de los periódicos, o panfletos ideologizantes sin densidad ni inteligencia. El ego del autor es, muchas veces, el tema. Esto, en un libro para niños, sería impublicable por aburrido. Sin humor, sin una mirada mordaz al espejo, el autor de libros infantiles está condenado al fracaso.

Verónica Murguía, autora de «Loba», Premio Gran Angular 2013

En Loba hay mucha historia donde se hace presente lo trascendente.

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