De poesía: olvido de ti mismo

No son la primavera o los rosales
ni la suave fragancia de los lilos
ni el narcótico vuelo
del mosquito al que dora el sol tardío.

No es tampoco esta hora
con todo su ascendiente y su prestigio,
la hora en que el silencio va tejiendo,
con su hilo más fino.

No el ruiseñor que canta ni mis sueños
me retienen atado a tan grato infinito,
sino el dulce desvelo de volverme
olvido de mí mismo.

Andrés Trapiello

111 pajaro del atardecer

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