Dimensión moral de la banca y las finanzas (III)

La primera virtud en la gestión de las entidades financieras es el respeto a la libertad de las personas, tanto las de dentro de la empresa como las que desde el exterior están en contacto con ella. Se opone a esta virtud toda forma de violencia o coacción física o moral para imponer obligaciones o condiciones.  Una manifestación particular de este respeto a la libertad es el de informarl a los clientes en forma correcta e inteligible de las condiciones a aplicar en las distintas operaciones, a fin de que el presunto cliente pueda compararlas con las condiciones ofertadas por las otras entidades y decidir libremente

Las siguientes virtudes, propias para el manejo del dinero son la virtud de la liberalidad, parte potencial de la justicia, que, según Aristóteles, consiste en el uso moderado de las riquezas; y la magnificencia, parte de la fortaleza, cuyo objeto propio es tender a la realización de grandes cosas con dispendio proporcionado; es decir, grandes, no necesariamente por la cantidad del dispendio, sino por la magnificencia proporcionada a la obra. Los vicios opuestos a estas dos virtudes son, por defecto, la avaricia y la mezquindad y, por exceso, la prodigalidad y el despilfarro

Sería, por un extremo, contrario a la ética de las empresas financieras una visión avariciosa o mezquina que, al impulso de una excesiva e impropia de las entidades financieras aversión al riesgo, condujera, a retirarse de la inversión en empresas productoras de riqueza y creadoras o mantenedoras de empleo, para invertir exclusiva o desmesuradamente en activos monetarios sin riesgo o, lo que socialmente es peor, en activos de refugio también sería no ético. Por el otro extremo, el prodigar y despilfarrar los recursos en  operaciones sin más productividad económica y social que el lujo y la ostentación de los dirigentes, el fomento exagerado de la propia imagen de la entidad; el control de medios de información o de grupos de presión, al objeto de protegerse contra presuntos ataques o contra divulgaciones de los aspectos desfavorables de la marcha de la empresa; o, finalmente, la busca de otros fines que, siendo en sí mismos lícitos, no pueden ser perseguidos a expensas de la rentabilidad debida a los accionistas y de la solvencia de la entidad frente a sus depositantes

Rafael Termes

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