Embelesado VI

Embelesado que proclama en silencio la alegría del evangelio, que llega al corazón de los sencillos, de los pobres, de los que no tienen nada que perder, todo que ganar. No trae regalos, quizá porque ya se ha dado como regalo, sin ninguna pretensión, con su vivir, con su mirar a Jesús.

Tras el embelesado vienen muchos con sus presentes para el Niño. Ante las quejas de todos, porque no les deja pasar, tan fuera de sí que está,  lo defiende la Virgen: «no los escuches, embelesado. Tú has venido a la tierra para admirar. Has cumplido tu misión y tendrás tu recompensa. El mundo será maravilloso mientras haya personas como tú, capaces de maravillarse ante el misterio.»

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