persona II

Al contemplar a Françoise, su primera hija, reducida a un estado vegetativo por culpa de una reacción adversa a la vacuna de la viruela, Emmanuel Mounier afirma: “Tú eres para mí una imagen de la fe”. No es necesario compartir la fe de Mounier para comprender la trascendencia del otro y el significado de la Cruz. La Cruz acoge y representa el clamor de los  enfermos y torturados. El Dios crucificado es un grito que demanda nuestra atención, no para sí, sino para el otro, para el que sufre y permanece en la sombra, invisible, ignorado o negado por los demás. Es la voz que nos descubre el desamparo de los que han sido discriminados, ultrajados, humillados y silenciados, de los que carecen de la posibilidad de expresarse porque la enfermedad les ha condenado a vivir ensimismados o porque la historia sigue un rumbo opuesto a sus derechos

Rafael Narbona

Deja una respuesta