Gaudium et Spes 27 (Dignidad de la persona)

En nuestra época principalmente urge la obligación de acercarnos a todos y de servirlos con eficacia cuando llegue el caso, ya se trate de ese anciano abandonado de todos, o de ese trabajador extranjero despreciado injustamente, o de ese desterrado, o de ese hambriento que recrimina nuestra conciencia recordando la palabra del Señor: Cuantas veces hicisteis eso a uno de estos mis hermanos menores, a mi me lo hicisteis. (Mt 25,40).

No sólo esto. Cuanto atenta contra la vida -homicidios de cualquier clase, genocidios, aborto, eutanasia y el mismo suicidio deliberado-; cuanto viola la integridad de la persona humana, como, por ejemplo, las mutilaciones, las torturas morales o físicas, los conatos sistemáticos para dominar la mente ajena; cuanto ofende a la dignidad humana, como son las condiciones infrahumanas de vida, las detenciones arbitrarias, las deportaciones, la esclavitud, la prostitución, la trata de blancas y de jóvenes; o las condiciones laborales degradantes, que reducen al operario al rango de mero instrumento de lucro, sin respeto a la libertad y a la responsabilidad de la persona humana: todas estas prácticas y otras parecidas son en sí mismas infamantes, degradan la civilización humana, deshonran más a sus autores que a sus víctimas y son totalmente contrarias al honor debido al Creador.

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Un comentario en «Gaudium et Spes 27 (Dignidad de la persona)»

  1. Un abrazo.

    En los Estados, que no deberían ser confesionales (el propia papa Francisco lo dijo), cabe algunas de esas prácticas que calificas de degradantes para la civilización humana, para aquellas personas no católicas, que no siguen una religión, y que tienen valores. Podemos llegar en eso a un acuerdo entre creyenntes y no creyentes? Por ejemplo, la eutanasia. Por qué no puedo, en mi libertad y con arreglo a mis creencias y mis valores, optar por ella en caso de enfermedad terminal? Muchas personas la han prtacticado, sin degradarse ni degradar a nadie.

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