La estabilidad en la misión

Continuando con la lectura del Manual de Espiritualidad Marianista me encuentro con este texto:

“Otra característica que el Padre Chaminade dio a sus comunidades fue la estabilidad, es decir, una cierta permanencia. Estaba impresionado por la labor de los sacerdotes que iban de parroquia en parroquia, predicando las «misiones». Los misioneros reavivaban el fervor del pueblo y sentían un sincero deseo de vivir íntegramente la vida cristiana. Pero las misiones sólo duraban unos días y sus efectos no tardaban en disiparse. Los resultados estaban ahí, eran palpables, pero con demasiada frecuencia, sólo eran transitorios

El Padre Caminade comprendió la necesidad de unos grupos que estuviesen en «misión permanente», que mantuviesen el espíritu que habían creado los predicadores de la misión.”

Del libro: Manual de Espiritualidad Marianista de Quentin Hakenewerth sm

Me ha gustado leer esta característica de Chaminade, donde refleja un espíritu práctico, realista, buscando la continuidad de las iniciativas, pensando en la necesidad de personas que mantengan el espíritu creado con acciones puntuales. Muchas veces nos olvidamos de este aspecto menos espectacular y agradecido que el de realizar grandes cosas en momentos puntuales, pero que es igual de fundamental.

Igual que un coche usa la batería para arrancar y la gasolina para funcionar, también cualquier misión requiere de momentos de impulso con un consumo especial y momentos de desarrollo consumiendo los recursos a otro ritmo que le permite recargar esa batería de arranque

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