La felicidad de la publicidad

Dicen que hoy día la publicidad es el motor de la sociedad;en ella se nos ofrece la plenitud de la felicidad. Todo el mundo quiere ser mejor, ser más guapo, destacar entre los demás, tener el mejor coche, ser el más «fashion»…en definitiva, ser el «ídolo» del grupo.

En la misa de hoy, el sacerdote ha hecho referencia a esto. Como, verdaderamente, hay tanta gente en el mundo VACÍA, que necesita vivir de cosas esporádicas, de un poco de alcohol para pasar un buen momento, de sexo, de cosas fugaces que no comprometen, de lo que la sociedad nos vende…Ser feliz así. Y es que la sociedad de consumo en la que vivimos, nos cambia la vida sin darnos cuenta.

He aquí este artículo, duro, pero real:

«El hombre es un producto como cualquier otro, con fecha de caducidad. Me llamo Octave y llevo ropa de APC. Soy publicista: eso es, contamino el universo. Soy el tío que os vende mierda. Que os hace soñar con esas cosas que nunca tendréis. Cielo eternamente azul, tías que nunca son feas, una felicidad perfecta, retocada con el PhotoShop. Imágenes relamidas, músicas pegadizas. Cuando, a fuerza de ahorrar, logréis comprar el coche de vuestros sueños, el que lancé en mi última campaña, yo ya habré conseguido que esté pasado de moda. Os llevo tres temporadas de ventaja, y siempre me las apaño para que os sintáis frustrados. El glamour es el país al que nunca se consigue llegar. Os drogo con novedad, y la ventaja de lo nuevo es que nunca lo es durante mucho tiempo. Siempre hay una nueva novedad para lograr que la anterior envejezca. Hacer que se os caiga la baba, ése es mi sacerdocio. En mi profesión nadie desea vuestra felicidad, porque la gente feliz no consume.

Me paso la vida contándoos mentiras y me lo pagan con creces. Vuestro deseo es el resultado de una inversión cuyo importe está cifrado en miles de millones de euros. Soy yo quien decide hoy lo que os gustará mañana. Para someter la humanidad a la esclavitud, la publicidad ha elegido la discreción, la agilidad y la persuasión”.

Frédéric Beigbeder

Pero a pesar de todo eso…seguimos teniendo una esperanza. Quizá la mayor publicidad, y la mayor felicidad que podemos encontrar. Esa puerta que Jesús nos abre en el Evangelio de hoy:

Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.

Jn 10, 9-10

Quizá el problema es que no sabemos distinguir entra las voces la Voz que de verdad nos transforma por dentro y nos regala, sin pagar nada a cambio, la verdadera felicidad.

4 comentarios en «La felicidad de la publicidad»

  1. El artículo no me gustó. Generalizaste, diciendo en pocas palabras que la publicidad nos pudre a todos. Pudre a quienes eligen que los pudra, que deben ser muchos, porque sino la publicidad como la conocemos no existiría más.
    Por otro lado, no creo que JAMÁS la religión logre la felicidad de las personas. Mantiene a las personas en comunidades, y así se sienten un poco más contenidos; pero pienso que hay mucha falsedad e hipocresía dentro de aquéllas, además de la auto-represión que sé que se crea entre los seguidores religiosos.

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