La flor y el canto

Entre los pueblos indígenas, la relación de los seres humanos con la divinidad era una verdad que palpitaba en su ser. Su deseo de conocer y expresar la verdad era un anhelo real en su vida. Sentían que solo por medio de la flor y el canto podían expresar la verdad, pues ese era el camino al «Dador de la Vida».

Para los aztecas la flor de la canción era el fruto de una expereincia interior auténtica, y surgía desde adentro, desde el hogar de Dios. Es el único modo de comunicar nuestro propio ser con el Dador de la Vida, que habita en nuestros corazones.

Rosa María Icaza.

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