La vida simple I: vanidad de la foto.

A la tarde asoma el sol y la nieve toma un tinte de acero. Las placas blancas brillas con el resplandor del mercurio. Trato de tomar una foto de este fenómeno pero la imagen no transmite nada de la irradiación. Vanidad de la foto. La pantalla reduce lo real a su valor euclidiano. Mata la sustancia de las cosas, comprime su carnadura. La realidad se aplasta contra las pantallas. Un mundo obsesionado por la imagen se priva de saborear las misteriosas emanaciones de la vida. Ningún objetivo fotográfico captará las reminiscencias que despliega un paisaje en nuestras almas»

S. Tesson

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