Las tres caídas

 

Ahora que se acaba de celebrar la feria de las vanidades del arte, siempre minúsculo, llamado  Arco, esta vez valga la mayúscula del absurdo, donde se exhiben tantas astracanadas caras, tantas mamarrachadas bajo el pomposo nombre de instalaciones, tantas vaciedades de vaciedades, tantos “sustos baratos”, en palabras de Ramón Gaya,  cultos fatuos al valor impuesto por el mercado, conviene, de vez en cuando, contemplar la naturaleza y dejarse de zarandajas pretenciosas.

Contemplar la naturaleza nos brinda el deseo de que nuestra alma se anegue dulcemente en este mar. Como el propio Leopardi, en su infinito poema que hace vibrar las cuerdas más sutiles de nuestro deseo de trascendencia en la realidad. Una pequeña colina, un horizonte sin límites, la belleza interior en la profundidad, desde el silencio, alcanza a despertar el sentimiento más real y sincero que puede manifestarse, al ser humano: el deseo de entablar relación con lo que trasciende, con Dios.

Vo comparando: e mi sovvien l’eterno,
(…)Cosí tra questa
Inmensità s’annega il pensier mio:
E il naufragar m’è dolce in questo mare

Voy comparando: y me acuerdo de lo eterno,
(…).Así en esta
Inmensidad mi pensamiento se hunde:
Y el naufragio me es dulce en este mar.

Contemplar la naturaleza, la más cercana, la que tenemos a mano, sin necesidad de soñar espacios lejanos en los Himalayas, o en playas de Caribe, publicitariamente llamadas paradisíacas, que también podemos encontrar en tantos mares que rodean la península Ibérica, o en  sus islas.

Contemplar la naturaleza y ser recreado por ella. Un atardecer en el Parque del Buen Retiro, de Madrid, nos puede brindar una sencilla y habitual puesta de sol, que por obra de la mirada enamorada se convierte en un momento espectacular, de intensidad inaudita. En sí y en la mirada del que mira dispuesto a dejarse asombrar por el propio asombro.

Contemplar la naturaleza, en ese instante, este día concreto, me hace ser consciente de una triple caída, como las de Jesús camino del Calvario.

Caída del sol, atardecer hermoso, la luz se adentra en la noche dejando en tanta belleza de luz iluminada, la promesa del amanecer, de la resurrección, llena de matices y de luces arreboladas.

Caída del ángel. Contemplar mi naturaleza caída, que quiere ser como Dios, creadora y potente, y que en ese acto de soberbia me hace caer en el lodo del pecado. Caigo en la cuenta al contemplar al Ángel caído, la única estatua al Demonio en un parque público, monumento que siempre me atrae con su fuerza.
Infiel a su naturaleza santa, celestial, el ángel cae y  se condena a no permanecer en la hermosura de la luz liberadora,  ofrecida. Ya no alcanzará la luz de Dios, alejándose cada vez más del ser amor gratuito. Caída en el pecado, tan frecuente y para tana gente tan desesperanzadora si no se abren a la Gracia de Dios.

Caída de nuestro ego ante tanta belleza y tanta realidad esclarecida. Caída liberadora, purificadora.

Con estas  tres caídas que me brinda la naturaleza, en este paseo vespertino, vuelvo a la comunidad lleno de Arte.Al entrar en la habitación cojo de la mesilla “El libro  de la misericordia”, de Leonard Cohen, y rezo

A los ojos de los hombres cae, y a sus propios ojos también. Cae desde su alto lugar, tropieza con su éxito. Cae hacia ti, cae para conocerte. Es triste, dicen. Mira su desgracia, dicen los que le pisan los talones. Pero el cae radicalmente hacia la luz que cae. Ellos no pueden ver al que le alza mientras cae, o cómo cambia su caída, ni a él mismo perplejo hasta que su corazón grita para bendecir a quien le sostiene en su caída. Y en su caída oye a su corazón gritar, su corazón le explica porqué está cayendo, por qué tenía que caer, y él se entrega a la caída.
Bendito seas tú, sostén de la caída. Cae hacia el cielo, cae hacia la luz, nadie puede hacerle daño mientras cae. Bendito seas tú, escudo de la caída. Envuelto en su caída, oculto en su caída, encuentra el lugar donde es recogido. Mientras el pelo ondea y sus ropas se desgarran al viento, es sostenido, consolado, entra en el lugar de su caída. Bendito seas tú, abrazo de la caída, fundamento de la luz, señor del accidente humano.

6 comentarios en «Las tres caídas»

  1. Me siento identificada con la reflexión de las 3 caídas. ¡¡¡ qué maravilla!!! Él es el sostén y el que nos levanta. También gracias a la caída podemos sentir las manos amigas que nos abrazan y que no pueden ver nunca los que nos pisotean.
    «El Señor es la defensa de mi vida ¿Quién me hará temblar?Bendito seas tú, abrazo de la caída, fundamento de la luz, señor del accidente humano.

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