Leer la Palabra

 

(Detalle de “Las hermanas Navarro» de Francisco Arias)

 

A los libros se llega como a las islas mágicas de los cuentos, no porque alguien nos lleve de la mano, sino simplemente porque nos salen al paso. Eso es leer, llegar inesperadamente a un lugar nuevo. Un lugar que, como una isla perdida, nos sabíamos que pudiera existir, y en el que tampoco podernos prever lo que nos aguarda. Gustavo Martín Garzo

Así nos sale al paso, cada día más sorprendente, la Palabra de Dios, su Libro. Nos coloca en un lugar nuevo, inesperado, asombroso, lleno de vida. Un lugar de horizontes infinitos, que nos abre a lo  insólito y alumbra nuestro ser.
En este tiempo de cuaresma, donde se nos invita a rezar más, la Palabra de Dios puede ser un apoyo delicioso para la oración personal. Tomar el libro, leer pausadamente, practicar la lectio divina… o simplemente dejar que la Palabra, rumiada, resuene en el corazón.

Como un recién nacido se deja mecer por la palabra de su padre, de su madre, sin tratar de explicarla, de comprenderla, dejándose acariciar por ella, alimentándose de su amor. O escuchándola como la Voz del Amado, y por lo tanto amándola, bebiéndola con sed de sediento enamorado, atento a los labios que la pronuncia, más dulces que mil panales de miel.

La Palabra misma nos indica cómo acercarnos a ella…
…como busca la cierva corrientes de agua así mi alma te busca a ti, Dios mío… Venid, sedientos todos, acarread la Palabra de balde.
Cómo considerarla…
…Tu Palabra es para mí la alegría de mi corazón…Tu Palabra fue pronunciada sobre mí…
Cómo esperar en ella…
…Tú solo tienes Palabra de Vida Eterna.


 
Creo que no llegamos a intuir lo que supone plantar la tienda de nuestra existencia en el terreno abonado por Palabra. Sin duda es entrar en un lugar que, como una isla perdida, no sabíamos que pudiese existir. Un lugar en el que no podemos prever lo que nos aguarda. Porque la Palabra de Dios siempre sorprende, siempre transforma, mientras duermes, sin que tú sepas cómo, de una manera inesperada y sin embargo cierta. 

La Palabra que al comenzar la cuaresma nos ha invitado a practicar más la oración, el ayuno y la limosna, en lo escondido, en lo profundo, en lo secreto del corazón.
La Palabra que resuena en el mensaje  de cuaresma del Papa Benedicto tan catequético, tan exhortativo.

La Palabra es el mismo Jesús, pronunciado por el Padre para nuestra Salvación.

Acerquémonos a la Palabra, gocemos con ella, demos gracias por poder escucharla en este tiempo de Cuaresma. Ella alentará el cambio de nuestro corazón.

Martes I semana de cuaresma

Lectura del libro de Isaías 55, 10-11

Así dice el Señor:
«Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mi vacía, sino que hará mí voluntad y cumplirá mi encargo.»

 

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