Más que silencio

porque no obligamos al silencio a venir y establecerse; lo único que podemos hacer es ponernos en condiciones de recibirlo, en un estado de disponibilidad y de hospitalidad interior, lo cual requiere mucha atención y perseverancia, y sobre todo humildad; humildad que consiste en una tarea interior de salir de nosotros mismos; de vaciarnos largamente de nuestro yo; de aligerar enormemente nuestro espíritu, que tiene que desembarazarse de lo que le sobra, y de nuestros sentidos que tienen que depurarse y agudizarse a la vez. El silencio, para venir  desplegarse,  necesita espacio, un vasto y tranquilo espacio interior….

Sylvie Germain

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