Había sido un viaje sencillo pero inolvidable, el primer viaje físico (¿o interior?) de mi vida. Quizá por eso no he podido olvidarme de él: porque quedó sembrado en mi interior como una semilla de infinitud. Y permaneció una lección: la que el mundo, como para el poeta sufí, era un hermoso y misterioso libro abierto que solo había que leerlo para interpretarlo. Ante ese paisaje-libro la mente no pensaba, solo sentía, solo aceptaba. Fue el momento de las primeras contemplaciones, del contemplar, tan importante para un escritor; es decir, de contemplarse-con lo que nos rodea. El ser conscientes de que nos hallamos inmersos en la infinitud.
Antonio Colinas
2 comentarios en «Memorias del estanque»
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Que hermoso!! Todos los días recibo al correo las entradas de Novabella, y todos los días son como una caricia al corazón,como un soplo para el camino. Que bueno que sigan ahí! Gracias!
Una manera bonita de describir ese viaje interior. Gracias por compartir.
Javier