El pasado día 19 fue el día Mundial de las Misiones. En la eucaristía pensaba en toda la gente que da su vida, que entrega con total gratuidad su tiempo y que pone por delante el Evangelio. ¡Qué valientes aquellos que responden a la llamada de Jesús!
¿Qué querrá el Señor de nosotros? ¿ A qué estamos llamados? ¿Cuál es nuestra misión? El Señor nos llama continuamente cada día, muchas veces en lo más cotidiano, sólo hemos de estar atentos y mirar con otros ojos nuestro alrededor.
Creo que debemos de dejar de pensar que la misión es algo lejano y que a nosotros no nos atañe, ha de brotar en nosotros la necesidad de ser misioneros en el día a día. Como Pablo, ser misioneros por vocación, sin miedo a lo que nos encontraremos o como nos sentiremos.
Herramientas tenemos muchas, no hay más que buscar un poco en nuestra propia ciudad, en nuestro barrio mismo. Cada persona está llamada a una cosa, y por eso, cada uno buscaremos la misión que mejor podamos realizar o en la que nos sintamos más llamados. Manos y ayuda siempre hacen falta, y gente que viva el Evangelio de una manera sencilla y alegre, también.
Por eso, no sólo el día del Domund, estamos llamados a vivir en una actitud de misión permamente. Os animo a que os motivéis y a que surja de vosotros esta necesidad de vivir sirviendo.
Un pequeño consejo: Una manera preciosa de ser misioneros del Evangelio puede ser sonriendo, estando alegres de corazón, animando a los que están tristes, transmitiendo nuestra alegría allá donde vayamos.
¡Un besote!