…ni cansa ni se cansa

Me canso cuando sólo pienso en mí, cuando me encierro en mi pequeño mundo y doy cancha a mi mente embarullada por mil pensamientos caóticos que despiertan miedos ancestrales en mi corazón. Entonces, la llama del Amor puede parecer apagarse, las cosas se hacen sin gusto, sin sonrisa en el rostro, como un autómata. Pero… una ligera brisa puede avivar el fuego del Amor y, entonces, renacen las sonrisas, los abrazos, la energía interior, el gozo de vivir.

 Quien vive arraigado en el Amor no cansa: no habla sólo de sí mismo/a sino que sabe hacer espacio a las vidas de los demás, no dice como primera palabra «no» cuando de echar una mano se trata. Quien vive  arraigado en el Amor es un poco niño/a y aún se deja sorprender cada día por las mil sorpresas de la vida. El alma que anda en amor no cansa a nadie, descansa a todos porque sabe tener el gesto y la palabras oportunas, y sabe callar también. El alma que anda en amor no cansa sino que parece que, estando a su aldo, se descubren nuevos perfiles a los acontecimientos.

 El alma que anda en amor no se cansa. Se da, se entrega sin miedos porque se sabe toda entera amada, salvada, protegida, perteneciente a un Amor que no tiene fin. El alma que anda en amor se sabe parte del Todo, minúscula criatura infinita y locamente amada.

 Me autodiagnostico carencia de amor del bueno. Buscaré las pastillas adecuadas: «olvido de lo creado, memoria del Creador, atención a lo interior, estarse amanado al Amado» (también es de San Juan de la Cruz) y si a tanto no llego, pegarme a las personas que así aman y aprender de ellas…¡me rodean tantos seres así… No perfectos, pero sí almas que andan en amor.»

aurora maña

Elena Andrés

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