Oración y silencio

Nuestras oraciones son palabras dirigidas al silencio de Dios, al silencio que es Dios para nuestros oídos, nuestra razón y nuestros sentimientos. Y aunque no faltan los momentos en que, a la oración dirigida a Dios, le siguen gratos sentimientos de sosiego, paz y gozo; y aunque la oración nos devuelve a veces luminosas ideas sobre Dios y hasta certezas aparentes de su presencia, en seguida percibimos que estos sentimientos, que pueden acompañar o seguir a nuestras plegarias, no son Dios, ni su respuesta a nuestro profundo deseo de descubrir su Presencia y de encontrarnos con Él… Aceptar el silencio de Dios como destino de las palabras de nuestra oración es la condición para no confundir a Dios con lo que no es y progresar hacia la unión con Él, meta de toda vida de oración”

Juan de Dios Martín Velasco

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