La persona es –según Mounier– “una presencia de mí”, que solo se muestra parcialmente, pues no deja de acontecer y en su acontecer siempre hay algo más que lo dado. Su trascendencia no es un dato inmediato, sino una intuición que solo se clarifica al descubrir la existencia del otro no como resistencia, sino como interpelación. Ser persona es comprender que el otro nos concierne, que su dolor y su alegría no pueden dejarnos indiferentes. Ante el otro, no cabe la evasión, sino el compromiso. Los otros no nos limitan, sino que nos configuran. Nos permiten ser, conocernos, encontrarnos. Si niego al otro, me niego a mí mismo.
Rafel Narbona

Al contemplar a Françoise, su primera hija, reducida a un estado vegetativo por culpa de una reacción adversa a la vacuna de la viruela, Emmanuel Mounier afirma: “Tú eres para mí una imagen de la fe”. No es necesario compartir la fe de Mounier para comprender la trascendencia del otro y el significado de la Cruz. La Cruz acoge y representa el clamor de los enfermos y torturados. El Dios crucificado es un grito que demanda nuestra atención, no para sí, sino para el otro, para el que sufre y permanece en la sombra, invisible, ignorado o negado por los demás. Es la voz que nos descubre el desamparo de los que han sido discriminados, ultrajados, humillados y silenciados, de los que carecen de la posibilidad de expresarse porque la enfermedad les ha condenado a vivir ensimismados o porque la historia sigue un rumbo opuesto a sus derechos
Rafael Narbona

El hombre lesionado por la enfermedad en su capacidad racional es el Tú que nos interpela de forma más radical. Solo ante la absoluta indefensión de un ser humano privado de su capacidad de elegir, puede realizarse la exigencia moral de asumir el cuidado incondicional del otro.
Rafel Narbona

Enlázanos
Más iconos Nova Bella