Yes, I’m walking… in the light”, cantaba Blind Willie Johnson, mito del blues de la primera mitad del siglo XX en Estados Unidos; un hombre que, a pesar de ser ciego, siempre buscó el fulgor de la existencia. Caminaba hacia la luz, lo sentía, lo recitaba como un lamento, como una letanía del Sur más profundo. Una luz hacia la que también se dirige la niña protagonista de la inclasificable, imperfecta y procaz «Bestias del sur salvaje»
«Cuando todo se calma detrás de mis ojos veo lo que me hace ser»
Silencio de Nazaret. Oración de la Sagrada Familia
Oh! Si renaciese en nosotros la valorización del silencio, de esta estupenda e indispensable condición del espíritu; en nosotros, aturdidos por tantos ruidos, tantos estrépitos, tantas voces de nuestra ruidosa e hipersensibilizada vida moderna. Silencio de Nazaret, enséñanos el recogimiento, la interioridad, la aptitud a prestar oídos a las secretas inspiraciones de Dios y a las palabras de los verdaderos maestros»
(Pablo VI, Discurso en Nazaret, 5 de enero de 1964).
Dolor del mundo. Silencio. Sanador herido
Si te duele el sufrimiento del mundo, si tu corazón gime por el dolor de la Tierra, has de saber que no estás solo. Te acompañan los Santos y Mundialmente Honrados que vierten lágrimas por todas y con todas los que llevan las heridas de nuestra existencia frágil y mortal. Haz silencio, abre tu corazón y escucha en silencio. En el silencio puedes oír una voz que te guiará y te hará capaz de caminar por la senda de un Sanador Herido. (Rubén L.F. Habito)
Jesús pobre
Me ocurre en ocasiones que creo que finalmente he logrado forjarme una opinión sólida. Y, cuando considero que ya tengo un criterio firme y claro, aparecen de algún sitio esas palabras que, de nuevo, me obligan a revisar lo que pienso, a ponerme en pie y a seguir caminando.
Hoy un profesor nos ha leído estas «famosas» (era la primera vez que las escuchaba) palabras de San Juan Crisóstomo. Son del siglo IV-V. De la homilía 50 sobre el evangelio de Mateo.
De qué serviría adornar la mesa de Cristo con vasos de oro, si el mismo Cristo muere de hambre? Da primero de comer al hambriento y luego, con lo que te sobre, adornarás la mesa de Cristo. ¿Quieres hacer ofrenda de vasos de oro y no eres capaz de dar un vaso de agua? Y ¿de qué serviría recubrir el altar con lienzos bordados de oro cuando niegas al mismo Señor el vestido necesario para cubrir su desnudez? ¿Qué ganas con ello? Dime si no: si ves a un hambriento falto del alimento indispensable y, sin preocuparte de su hambre, lo llevas a contemplar una mesa adornada con vajilla de oro, ¿te dará las gracias de ello? ¿No se indignará más bien contigo? O, si viéndolo vestido de andrajos y muerto de frío, sin acordarte de su desnudez, levantas en su honor monumentos de oro, afirmando que con esto pretendes honrarlo, ¿no pensará él que quieres burlarte de su indigencia con la más sarcástica de tus ironías?
Piensa, pues, que es esto lo que haces con Cristo, cuando lo contemplas errante, peregrino y sin techo y, sin recibirlo, te dedicas a adornar el pavimento, las paredes y las columnas del templo.
Pero bueno, nadie se lleve a engaño. San Juan Crisóstomo fue un grande, pero incluso él metió la pata. Sin ir más lejos podemos leer sus discursos contra los judíos…
Siempre revisando lo que creemos, siempre en camino…
¿Por qué me has abandonado?
En la oración llevamos a Dios nuestras cruces de cada día, con la certeza de que él está presente y nos escucha. El grito de Jesús, «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?», nos recuerda que en la oración debemos superar las barreras de nuestro «yo» y de nuestros problemas y abrirnos a las necesidades y a los sufrimientos de los demás. La oración de Jesús moribundo en la cruz nos enseña a rezar con amor por tantos hermanos y hermanas que sienten el peso de la vida cotidiana, que viven momentos difíciles, que atraviesan situaciones de dolor, que no cuentan con una palabra de consuelo. Llevemos todo esto al corazón de Dios, para que también ellos puedan sentir el amor de Dios que no nos abandona nunca.
Benedicto XVI, catequesis sobre la oración
Belleza interior. Sabiduría. Oración de Sócrates
Platón refiere una oración de su maestro, Sócrates, considerado con razón uno de los fundadores del pensamiento occidental. Sócrates rezaba así:
«Haz que yo sea bello por dentro; que yo considere rico a quien es sabio y que sólo posea el dinero que puede tomar y llevar el sabio. No pido más»
Que vea. Ceguera y oración
En el antiguo Egipto encontramos el testimonio de un hombre ciego, pidiendo a la divinidad que le restituyera la vista. Atestigua algo universalmente humano, como es la pura y sencilla oración de petición hecha por quien se encuentra en medio del sufrimiento, y este hombre reza:
«Mi corazón desea verte… Tú que me has hecho ver las tinieblas, crea la luz para mí. Que yo te vea. Inclina hacia mí tu rostro amado».
«Que yo te vea»: aquí está el núcleo de la oración.»
Benedicto XVI, Catequesis sobre la oración
De película III: amor
http://youtu.be/HNj-CA2-Nd4
Obra maestra (…) Una tierna, desgarradora e impecablemente dirigida historia sobre el amor y la muerte.
Magnífica en su simplicidad y en su implacable honestidad acerca de la vejez, la enfermedad y la muerte
Haneke se muestra casi tierno (…) realiza una aproximación rigurosa a la vejez sin caer en el tremendismo y evitando el inútil ternurismo (…) Una película que, de alguna manera, humaniza a Haneke. Lo reconcilia con la vida.(Salvador Llopart: Diario La Vanguardia)
La historia de amor más auténtica del cine reciente (…) obra maestra absoluta» (Sergi Sánchez: Diario La Razón)
Georges (Jean-Louis Trintignant) y Anne (Emmanuelle Riva) son un matrimonio que lo único que desean después de llegar a una jubilación merecida y una vida repleta de satisfacciones debido a sus profesiones, profesores de música ambos, es vivir el resto de sus días unidos en armonía con sus pasiones y su amor.
Pero la vida les dará un revés y lo que siempre había sido tranquilidad para ellos y buena salud se volverá en su contra poniendo a prueba su matrimonio y su aguante, y sobre todo el amor que se procesan, ese que hasta ahora había sido algo que allanaba y llenaba todo en su convivencia.
Poner a prueba el amor de una pareja es algo que es cotidiano y por lo que día a día todo el mundo pasa. Pero si esto es contado de una manera casi poética, a la vez que incisiva y punzante, donde ese amor que se ha procesado hacia el contrario ha sido infinito y del que nunca se ha dudado y jamás ha faltado. En esta cinta los personajes de repente nos encajan en sus vidas respectivas, que eran una, cuando uno de ellos cambia, y no quiere que ese amor se trasforme en compasión, en ayuda, ya no le vale, o simplemente ya no quiere que se mantenga de esa manera, ya no quiere vivir, pero ¿si uno faltase querría vivir el otro?.»Susana Peral.La película nos interroga sobre la vida y la muerte.
¿Qué respuesta damos?
Queda la cruz, y la resurrección
Escasez
via pulchritudinis. La vía de la belleza. Arte y oración
Tal vez os ha sucedido alguna vez ante una escultura, un cuadro, algunos versos de una poesía o un fragmento musical, experimentar una profunda emoción, una sensación de alegría, es decir, de percibir claramente que ante vosotros no había sólo materia, un trozo de mármol o de bronce, una tela pintada, un conjunto de letras o un cúmulo de sonidos, sino algo más grande, algo que «habla», capaz de tocar el corazón, de comunicar un mensaje, de elevar el alma.
Una obra de arte es fruto de la capacidad creativa del ser humano, que se cuestiona ante la realidad visible, busca descubrir su sentido profundo y comunicarlo a través del lenguaje de las formas, de los colores, de los sonidos. El arte es capaz de expresar y hacer visible la necesidad del hombre de ir más allá de lo que se ve, manifiesta la sed y la búsqueda de infinito. Más aún, es como una puerta abierta hacia el infinito, hacia una belleza y una verdad que van más allá de lo cotidiano. Una obra de arte puede abrir los ojos de la mente y del corazón, impulsándonos hacia lo alto.
Benedicto XVI, 31.08.12, Arte y oración
Apolo de Dresde, exposición de Dioses y hombres, Museo del Prado, octubre 2008
De película II: pura vida.
La solidaridad hecha vida.
Pura solidaridad de los montañeros que unen sus fuerzas para rescatar a Iñaki Ochoa, a 7.800 metros, en el Annapurna, que estaba enfermo de
muerte.
Don, un montañero que ya había abandonado la cumbre y estaba descansando en Katmandú, justifica así el haber respondido sin dudar a la llamada de volver a subir y participar en el rescate:«¿Qué haríamos sin amor? Ya nos dió el ejemplo Jesús:
no hay amor más grande que el que dar la vida por los amigos.»
Recordar las maravillas.
http://youtu.be/uVfDg4t6wZs
Porque es eterna su misericordia
en nuestra oración deberíamos mirar con más frecuencia el modo como el Señor nos ha protegido, guiado, ayudado en los sucesos de nuestra vida, y alabarlo por cuanto ha hecho y hace por nosotros. Debemos estar más atentos a las cosas buenas que el Señor nos da. Siempre estamos atentos a los problemas, a las dificultades, y casi no queremos percibir que hay cosas hermosas que vienen del Señor. Esta atención, que se convierte en gratitud, es muy importante para nosotros y nos crea una memoria del bien que nos ayuda incluso en las horas oscuras. Dios realiza cosas grandes, y quien tiene experiencia de ello —atento a la bondad del Señor con la atención del corazón— rebosa de alegría.»
Benedicto XVI, 12.10.11,
comentario al salmo 126.
Catequesis sobre la oración