El hombre en oración es un hombre que vive toda su vida en la presencia del misterio y que hace de ella un acto permanente de respuesta.
Juan de Dios Martín Velasco (Teólogo)
No te escondas más
You’re too important for anyone You play the role of all you want to be But I, I know who you really are You’re the one who cries when you’re alone |
Eres demasiado importante para los demás Finges poder ser ese que te gustaría ser Pero yo, yo sé quién eres de verdad Eres el que llora cuando está sólo |
Señor tu me sondeas y me conoces, tu conoces mis secretos | |
But where will you go With no one left to save you from yourself You can’t escape You can’t escape |
Pero a dónde vas a ir? Sin nadie que te saque de ti mismo no puedes escapar no puedes escapar |
You think that I can’t see right through your eyes Scared to death to face reality No one seems to hear your hidden cries You’re left to face yourself alone |
Crees que no lo veo en tus ojos estás cagado de miedo por hacer frente a la realidad parece que nadie puede oír como lloras por dentro Te encuentras sólo con tus problemas |
Señor aparta de mí este cáliz | |
I realize you’re afraid But you can’t abandon everyone You can’t escape You don’t want to escape |
Me doy cuenta de que estás agobiado/a pero no puedes tirarlo todo por la borda no puedes escapar no quieres escapar |
Venid a mí los que estéis cansados y agobiados y yo os aliviaré | |
I’m so sick of speaking words that no one understands Is it clear enough that you can’t live your whole life all alone I can hear you in a whisper But you can’t even hear me screaming |
Estoy harto/a de que nadie comprenda lo que digo ¿Te queda claro que no puedes vivir siempre aislado/a? Puedo oírte susurrar pero tú ni siquiera me oyes gritar |
I realize you’re afraid But you can’t reject the whole world You can’t escape You won’t escape You can’t escape You don’t want to escape |
Me doy cuenta de que estás agobiado/a pero no puedes rechazar al mundo entero no puedes escapar no quieres escapar no puedes escapar no quieres escapar |
Señor, aparta de mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad sino la tuya |
Cuántas veces me siento yo así, cuántas veces se sienten así otros a mi alrededor.
Que sea cercano a todo aquel que esté agobiado, que sepa salir de mí y dejarme ayudar cuando el agobiado sea yo
Yo el Señor te llamo por tu nombre, déjame quererte tal como tú eres
Espíritu Santo, ven
“Sin el Espíritu Santo, Dios es lejano, Cristo queda en el pasado, el Evangelio es letra muerta, la Iglesia una simple organización, la autoridad un dominio, la misión proselitismo, el culto una evocación, la praxis humana una moral de esclavos… Pero en el Espíritu Santo el cosmos es elevado a gemidos de parto del Reino, Cristo resucitado está presente, el Evangelio es potencia de vida, la Iglesia significa comunión, la autoridad un servicio, la misión es un pentecostés, la liturgia un memorial y una anticipación, la praxis humana queda divinizada”
Ignacio IV, patriarca de Antioquía
Mi corazón llegó primero…
Un anciano peregrino recorría su camino hacia las montañas del Himalaya en lo más crudo del invierno. Varias personas que se cruzaron con él por el camino le intentaron convencer para que desistiera de su empeño de seguir adelante. Al llegar a su destino, un posadero que le dio cobijo le preguntó:- ¿Cómo has conseguido llegar hasta aquí con este tiempo de perros, buen hombre?
El anciano respondió con alegría:
– Mi corazón llegó primero, y al resto de mí le ha sido fácil seguirle.
Vía Ixcis
Mártires marianistas
«Irrumpieron en el piso cuatro milicianos armados. El portero, que les había indicado el piso, les insistió: – “¡no hagáis nada a las mujeres que son muy buenas!”
Terminado el registro conminaron a los religiosos: “¡seguidnos!”. De nada sirvieron los lamentos y la súplicas de las buenas mujeres.
Con palabras soeces y a empujones los bajaron por las escaleras. Entonces Sabino, en uno de sus típicos arranques de generosidad, se acercó al portero (que les había denunciado) y, dándole las gracias, le abrazó. (…)
¿Qué jucio se les hizo? Probablemente sumarísimo: eran religiosos y bastaba. Este “delito” estaba condenado con la muerte (…)
Hacia las 2 ó 3 de la mañana sacaron a los cinco de sus celdas y, metiéndoles en unos coches, los llevaron a la carretera del Pardo. Ya no daban el paseo a sus víctimas a la luz del día.
Por la mañana, los agentes de la Dirección General de Seguridad encontraron los cadáveres acribillados a balazos y con el tiro de gracia. Los fotografiaron para que pudieran ser identificados por sus familiares.
Fueron sepultados en el cementerio del Pardo.
Aquel 14 de septiembre de 1936 era un día de victoria. Era la fiesta del triunfo de la Santa Cruz. A imitación y unidos a su divino Maestro, ellos también habían triunfado en su moderna cruz».
Madrid, verano 1936; José María Salaverri.
Narra la biografía de los 4 nuevos beatos marianistas cuya memoria celebramos ayer, día 6 de Noviembre.
Oh Dios…
Quien tenga miedo…
Quien tenga miedo a andar, que no se suelte de la mano de su madre; quien tenga miedo a caer, que permanezca sentado; quien tenga miedo a escalar, que siga en el refugio; quien tenga miedo a equivocarse de camino, que se quede en casa… Pero quien haga todo eso ya no podrá ser hombre, porque lo propio del hombre es arriesgarse. Podrá decir que ama, pero no sabe amar, porque amar es ser capaz de arriesgar por otros.
Vientos de libertad. Julián Ríos.
Tomado de pastoralsj
Nos vemos en el Vaticano
Desde hoy hasta el martes, dejamos a María sola en Nova Bella, pues los demás nos vamos a Roma a celebrar las vidas de los mártires españoles de 1936
Si nos quieres acompañar, nos podrás “ver” el dia 28 en la Plaza de San Pedro vía web cam
Cámara en la Plaza de San Pedro
Cámara panorámica de San Pedro
La canción que más suena, hasta en la radio
Dando tu vida
Transmisor WIFI USB
Hace algo más de mes y medio, cuando me compré el portátil, pensaba en la conexión a internet que podría tener. En mi casa, como en muchas otras, tenemos un ordenador de mesa y una conexión a internet a través de un módem. Lo más normal, en estos casos, si quieres conectar otro ordenador a la misma línea, es cambiar el módem por un wifi. Sin embargo, mi padre es bastante clásico para estas cosas, y convencerle para instalar un wifi me iba a costar mi tiempo.
Aún así, empecé a mirar algunos wifi, y descubrí algo de lo que nunca había oído hablar, y que me pareció bastante interesante.
Se trata de un Transmisor Wifi USB, para compartir el acceso a internet, sin necesidad de cambiar ninguna opción del módem y sin ninguna instalación especial.
Nada más allá que instalar el cd de instalación común en cualquier programa. Es tan fácil como conectar el transmisor a un puerto USB del ordenador en el que se dispone de la conexión, y él solo reconocerá las claves de acceso y sus funciones.
Además, es bastante seguro, porque regula las conexiones que el usuario desee, así como el bloqueo de las líneas ajenas que quieran conectarse a tu red.
Quizá el mayor problema, sea que tienes que tener el ordenador central siempre encendido para que el transmisor funcione.
Naturalmente un wifi clásico es mucho mejor, pero este transmisor es una buena opción y funciona correctamente. Por lo menos a mí me va bastante bien.
¿Qué música suena en tí?
Corazón inquieto
«Eres grande, Señor, y muy digno de alabanza. Grande eres, tú, Señor, y de gran fuerza. No tiene medida tu saber. Y el hombre se atreve a alabarte, precisamente él, que es una pequeña parte de tu creación. Él que va revestido de su mortalidad, que tiene conciencia de su pecado y sabe que resistes a los soberbios. Y, sin embargo, quiere albarte el hombre, esa partecilla de tu creación. Pues eres tú el que le despierta y le mueve para que se deleite en su alabanza, porque nos has hecho para ti y nuestro corazón anda siempre desasosegado hasta que se aquiete y descanse en ti». (libro I,1)
Aquí os propongo el inicio de «Las Confesiones» de San Agustín. En este libro, San Agustín relee su vida como una historia de búsqueda de Dios desde su infancia, mostrando como su corazón inquieto solo halló descanso cuando decidió aquietarse en Dios. El tono personal y apasionado hacen que su lectura nos envuelva y nos haga penetrar en la vivencia y búsqueda de este santo.
San Francisco de Asís
Francisco es una figura inagotable, por eso es muy sano volver de vez en cuando, una vez al año quizás, a su historia, a contemplarlo desde un nuevo punto de vista.
Esta vez me he acercado al “San Francisco” de G.K Chesterton, que no es una típica biografía sino una relectura para los mínimamente iniciados en la vida del pobre de Asís.
A Francisco se le han colgado muchas etiquetas, según ideales y sueños de cada lector y admirador de este santo: un pacifista, tal vez el primero, un poeta, un ecologista, un comunista, un anarquista… Para Chesterton, Francisco es el “juglar de Dios”: “Un juglar no era lo mismo que un trovador, aun cuando un mismo hombre podía ser ambas cosas (…) El juglar era propiamente un bufón, un truhán o lo que llamaríamos un saltimbanqui”. Un juglar que aprendió a mirar el mundo del revés, caminando sobre las manos y boca abajo, de tal modo que todo lo que a nuestros ojos tiene valor se convirtió para él en basura y todo lo que despreciamos fue en sus manos y para sus ojos bendición. Francisco, haciendo piruetas, aprendió a de-pender de Dios, se colgó, literalmente, de su Señor. ¿Un “colgao” por y de Dios? Pues algo así. En pocas palabras nos viene a decir que si la figura de Francisco la apartamos de Dios y su especialísima relación con él nos quedamos con una burda caricatura.
Chesterton, en vez de acometer una extensa biografía abarcando mucho y apretando poco, ha preferido abarcar poco y apretar mucho para sacarle todo el jugo a su personaje, y no sólo a él, sino también a ti, lector.
Así presenta su obra el propio autor: “Me dirijo al hombre de la calle, escéptico pero también comprensivo, y mi única esperanza, bastante vaga por cierto, es que si abordo la biografía de este gran santo por el lado llamativo y popular que evidentemente tiene, tal vez logre que el lector perciba la coherencia de una personalidad intachable, al menos un poco mejor que antes;
San Francisco, G. K. Chesterton, Madrid 1999.