Para jóvenes (y no tanto)

«No se debe creer ni por un momento que se es un hombre moral o un hombre religioso porque se tiene en la cabeza pensamientos profundos, porque se ha leído mucho, porque nos hemos sentado a los pies de grandes maestros. Estéticamente (en sentido kierkegaardiano, es decir: la existencia estética cuyo paradigma es representado por el seductor Don Juan) se puede alguien casar como se puede dedicar a vivir entre los pobres con voto religioso. Nada externo revela en qué estadio existencial se vive (Kierkegaard hablaba de tres estadios, en este orden: estético, moral o ético y religioso). El síntoma es solo íntimo, y consiste en que para el estadio del juego (el estético), no hay nada que deje de ser posible por el hecho de que se haya optado antes por algo. En otras palabras, el estadio en el que solo se juega y se goza de la belleza imperfecta de las cosas, es aquel en el que, aunque el propio sujeto crea a veces lo contrario, no existen decisiones auténticas, o sea, pasos, saltos existenciales, de los que no es posible volverse atrás. Por esto se puede decir que el que no ha salido de este modo de la vida nunca se ha resuelto definitivamente por nada. No ha vivido sino que solo ha hecho experiencias, tanteos. Ha sobrevolado posibilidades, pero nunca nada ha sido para él de veras posible y luego real e irrevocable por haberse decidido en su favor.

Está en este estadio (estético) aquel hombre para el que todo paso que piensa haber dado puede en seguida, a voluntad, cuando el placer así se lo pida, ser también retirado.»

Miguel García-Baró

8 comentarios en «Para jóvenes (y no tanto)»

  1. De jóvenes (y no tan jóvenes)
    Hace un tiempo (no tan lejano, será que se prolonga-rá) me negaba a pisar una iglesia para ir a misa, si no sentía que fuera a colmar, tan siquiera un ápice de la necesidad que tenía de Dios. Una amiga, muy culta y con grandes conocimiento teológicos (bendita manía la mía de enredarme en interesantes polémicas en la que mis argumentos son tan pobres como lo es latir del corazón y en las que suelo llevar las de perder) me dijo que eso era un error porque hay que hacer las cosas porque así deben hacerse, por nuestro compromiso cristiano con esos deberes, porque agrada a Dios antes que a nosotros mismos, y me tachó de ser excesivamente emocional. Mi respuesta fue simple, ¿acaso no es nuestra fe, producto de la emocional irracional, de lo que sentimos, del Dios que nos sale al encuentro a nosotros, sin saber por qué? ¿acaso tenemos pruebas fehacientes, catalogadas, seriadas que prueben lo que creemos, o nos guiamos por el corazón que nos palpita sin remedio a creer? ¡porque arde en nosotros contra toda razón de orden lógico!, no puedo reducir mi fe a un deber, sino mantenerla en un sentir.
    Respecto a tu entrada es muy inteligente y leída, siempre me han llamado la atención los filósofos, argumentan muy las cosas, yo no sé argumentarlas tan bien, sería sometida a “una buena paliza en un combate dialéctico”, sin embargo tienen la manía, la mala costumbre, de reducirlo todo a conceptos. Todas nuestras decisiones han de ser tomadas como definitivas para alejarnos de ese estado infantil en todas las esferas de nuestra vida, pero sin olvidarnos de aprender a ser como niños, abiertos a la inocencia, a olvidar que todo lo sabemos, a creer que todo lo que hemos decidido es seguro y sin lugar a error, a creernos infalibles, superiores, que somos la misma persona en todas las etapas de nuestra vida (porque si no tenemos lugar a evolución y cambio lástima de los que creemos equivocados con injusticias o causas de cualquier otra índole), si todo lo reducimos a lo que establecemos, dejamos de abrirnos a los regalos que la vida nos concede, que quizá no solo no alejan de una resolución que sino que acercan más a resolución a la verdad por caminos inescrutables para la racionalidad, pero no el aliento de Dios que arde en el corazón. ¿Puede kierkegaard reducir el alma a conceptos?…, la mía no.

  2. Quizá, y solo quizá, (le dije aquel día a mi amiga), yo encuentro más a Dios, rezando ante un hermoso paisaje que se abre ante mis ojos en medio de la naturaleza, compartiendo esa oración tomándole la mano a la persona que quiero e invitándole a compartir el momento, que encerrada en una iglesia escuchando la homilía del sábado por la tarde como dictar las normas a las que me he adherido (pero que no impuso Jesús de esa estricta forma). Si Dios nos regala la vida ¿no está Él más que en ningún otro sitio en esos momentos en los que le pedimos que el tiempo se pare porque si pensamos en un momento feliz de nuestra vida es ese el que nos viene a la mente?. Conozco gente casada que sus momentos felices no significa que no sean con su pareja, sino que el más, quizá es con su mejor amigo o amiga. Conozco trabajadores que son más felices y aprecian más el valor de la vida, haciendo de jardineros que de químicos con lo mucho que les costó y apostaron por la carrera. Personas que viven atadas a una gran ciudad, cuando añoran con melancolía las tardes de domingo de pueblo. Debemos ser felices en nuestras decisiones firmes, sin negar que la felicidad también tiene un epicentro más profundo que el mero deber, y que se está menos en el estado infantil o estático si asumimos que hay cosas que nos superan y que nos brotan de dentro que si nos creemos en un estado superior por ser inflexibles, porque entonces seremos el Hijo Mayor del cuadro de Rembrandt que reprocha al Padre que solo busca que seamos felices en el regalo de la vida.

  3. Una cosa he aprendido antes de lo que hubiera querido. Todo lo que defendemos como inamovible, todo lo que creemos que así y no de otra forma, sea en nuestros actos, pensamientos, deseos, creencias, todo al final, la vida nos lleva a aprenderlo de manera totalmente diferente, a asumir que nos equivocamos y que somos culpables de «nuestra propia justicia», y víctimas y médicos de nuestro yo verdugo . La única verdad que queda es Él, y es justo lo único que no podemos comprender o encerrar en ninguna abstracción mental. Quizá es mejor que yo no debata más, porque mi verdad puede ser tan irreal como la creo como tal. De cualquier forma gracias por vuestros enriquecedores comentarios, y vuestros fantásticos post en las numerosas ocasiones en las que van destinados, y nacen con el fin y solo ese fin, de saciar sed.
    “…¿Quién está más próximo a lo eterno: el que pisa firme o el que no alcanza?… ”
    “ […]Las obras del Señor todas son buenas, y llegada la hora, todas cumplen su destino.
    Y no hay que decir: Esto es peor que aquello”, porque a su tiempo todas las cosas cumplirán su fin”[…].

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