Persona de Cristo

No encuentro dificultad alguna en creer que fuera tal el encanto de su personalidad, que su mera presencia pudiera poner paz en las almas angustiadas, y que los que tocaban su vestidos o sus manos se olvidaran de sus dolores; o que a su paso por el camino de la vida, gente que no había visto nada de los misterios de la vida los viera claramente, y otros que habían sido sordos a toda voz que no fuera la del Placer oyeran por vez primera la voz del Amor.

Oscar Wilde, De profundis

 

 

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