Por qué seguimos robando a los más pobres

No entiendo de economía, ni confío en la política tal y como la conocemos actualmente, así que me tomaré la libertad de ser naive, o tratar de pensar más como un niño, para no olvidar lo esencial.

Si hay el agua que hay y tienes dos peceras, la única forma de que los dos peces sobrevivan es quitar agua de donde sobra para poner donde falta. Esto es más antiguo que la tos, y más simple que el mecanismo de un botijo, pero parece que se nos olvida y buscamos enrevesados planes económicos para justificarnos. Pero al final, lo que me sobra a mí, es porque se lo he robado a otro, y desde mi opinión, la única solución para reequilibrar el sistema, es quitarle al que le sobra para devolvérselo a aquel que se lo quitamos hace mucho tiempo, y al que seguimos apretando para seguir aumentando nuestro fasto, alegando que lo hemos ganado con nuestro esfuerzo o nuestro ahorro responsable cosa que sabemos que es más falsa cuanto más es la diferencia de dinero.

A los ecónomos y políticos les dejo su responsabilidad de idear planes para tener un mundo más justo donde la calidad de vida sea para todos igual y digna, pero como telón de fondo creo que no debemos olvidar que no estamos solos en el mundo y que esto no puede ser una carrera por ver quién tiene más el día de su muerte. Eso valía para los egipcios, que se creían dioses, pero no para los cristianos que se supone que nos sentimos hermanos.

Así que si ahora sale un impuesto para grabar a los ricos, inocentemente y desde el desconocimiento, voy a creer que es bueno aunque pueda acabar siendo otra mentira política, pero sobre todo, voy a procurar no tener yo más de lo que necesito y “darle al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios”.

6 comentarios en «Por qué seguimos robando a los más pobres»

  1. Querido Sergio,

    me gusta tu entrada. Es sencilla y lógica. Sincera. Hace algunos años pensaba exactamente lo mismo: para que dos peceras tengan agua, hay que repartirla.

    Sin embargo, después de muchas horas de estudio, me he dado cuenta de que la logica de la economía no es simpre directa, porque conlleva infinidad de relaciones personales detrás.

    Lo logico es pensar que si hay hambre porque sube el precio del trigo, lo que hay que hacer es limitar por ley dicho precio. La experiencia, y la logica economica, demuestra como esa solución sólo agrava el problema a largo plazo. Es así porque el precio es la consecuencia y no la causa. Es como si al enfermo de cancer le curan solo el dolor y no le quitan el tumor. Es un drama aquella política que pretendiendo generar justicia e igualdad de oportunidades hunde más en la miseria, y éste es un problema muy habitual cuando no se entiende porque hay peceras llenas y peceras vacías.

    Hablas de quitar al que más tiene. Tenemos un sistema fiscal que ya hace esto mismo, quitar a los que más sueldo ganan. Se pueden decir muchas cosas, pero hay una que considero critica: como cristiano creo en la caridad, en el trato preferecial a los marginados, pero a la vez no creo en la confiscacion, ni en obligar a nadie a ser solidario. El robo, no es justo porque el fin lo sea.

    Espero que las entradas sobre economía nos sigan ayudando a reflexionar sobre un tema que es capital en nuestra vida como cristianos, pues la pecera vacía se tiene que llenar.

  2. Ayer precisamente la lectura del día (Mt, 20, 1-16) era la de los jornaleros que reciben todos el mismo salario pero cada uno trabaja menos que el anterior. La reacción de los primeros jornaleros es la misma que la nuestra, “si yo he trabajado más ¿por qué el otro cobra lo mismo que yo?” Es una auténtica aberración para los economistas, sin embargo, es el modelo que pide Jesús.

    Por una parte está el problema económico y por otro el humano. Yo, ya lo he dicho, no entiendo de economía y sé que es lo bastante complicado como para que no se pueda resolver quitándole a unos para dárselo a otros, ni apoyo la versión Robin Hood de robar, simplemente me quería centrar en la parte humana, la de la parábola: que todos al final de la jornada tengan lo necesario para ese día, ni más ni menos y evidentemente hayan trabajado por ello, cada uno según sus circunstancias.

    El trabajo es una obligación que tenemos cada uno para con la sociedad, y el sustento es una obligación que tiene la sociedad para con cada uno. Sin embargo lo planteamos de forma individualista, como “mi trabajo” y “mi sustento”, y cuanto más pueda arañar a la sociedad (menos trabajo por más sustento) mejor. Creo que esa separación es la que quiere hacer la parábola, pasar del yo al nosotros, y esa es la única forma de que todas las peceras tengan agua, lo cual, sabemos todos perfectamente que pasa por cambiar el agua de manos. Porque más agua no hay.

    La caridad que comentas es imprescindible y no se reduce a dar dinero, de hecho aunque no hubiera pobreza, tendría que seguir habiendo caridad en otros campos. Pero la caridad, no es dar lo que me sobra, eso es reparto justo, caridad es dar de lo que necesito para vivir a otro que lo necesita aun más (Mc 12, 38-44). Yo creo que la pobreza no la va a resolver la caridad, sino el cambio de mentalidad que tiene que hacer la sociedad entera.

    Al final de cada día, ningún ser humano se tiene que quedar sin comer, haya hecho lo que haya hecho, aunque yo me crea que he trabajado más y merezco más. Cualquier otra cosa es un delito contra la humanidad (matar de hambre), más grabe que robar al rico para dárselo al pobre.

    Corrígeme si me equivoco, pero me da la impresión de que el sistema económico y bancario actual fomenta que el dinero atraiga al dinero y por tanto la pobreza atraiga a la pobreza.

    Pablo, ¿el modelo económico en el que crees conseguirá equilibrar las dos peceras? Si tú, que sabes bastante de esto, me aseguras que sí, sin duda te creeré y me darás una alegría y esperanza. Me imagino que el problema es, como bien dices, que lo económico es la consecuencia no la causa, y que los planes en sí no son tan malos, pero los aprovechamos a nuestro favor injustamente. Por eso vuelvo al cambio humano como solución, que representaba con las peceras, y la renuncia personal a tener más de lo que objetivamente necesito.

  3. Se dice que en economia lo unico cierto es la ley Gresham, que dice que el dinero malo desplaza al bueno.

    Yo creo que hay una forma de igualar las dos peceras, que no es evidentemente la actual. ¿Funcionaría en la práctica? No lo puedo asegurar y se puede discutir mucho, porque no se ha llevado a cabo en ningun lugar de forma generalizada.

    Sin duda, la construcción de un mundo mejor, donde nadie se quede al margen, es una obligacion para todo cristiano. Y ciertamente, una economia más humana requiere un cambio humano, sin eso, todo esfuerzo es vano

    Seguimos enriqueciéndonos con los diferentes matices, gracias!

  4. Yo sólo tengo que decir que me ha encantado tu entrada, Sergio.

    No hay sistema fiscal en Europa que no sea progresivo -unos más y otros menos-. El impuesto del patrimonio no hace sino elevar un grado más esa progresividad, y me animaría decir que corrige injusticias, ya que todos sabemos que hay grandes fortunas que se escapan al impuesto sobre la renta. Obviamente alguna fortuna se las ingeniará para seguir escapándose de esta, pero algo haremos.

    Si es conveniente o no, desde el punto de vista económico, para eso hay opiniones para todos los gustos, desde los liberales a ultranza a los intervencionistas. Pero está claro que tiene toda la coherencia cristiana que quien tiene más, en una situación tan dura como esta, aporte más.

  5. El error del planteamiento, cometido por muchos, es que no se trata de una pecera, ni el agua es limitada.

    Si piensas en un río, igual la cosa cambia. Muchos tienen un campo cerca. Al principio todos se benefician de la proximidad y de las lluvias, pero un día uno abre un pozo y otro un canal.

    El de abajo piensa que le están quitando su agua, pero no es cierto. Están aprovechando de una manera diferente el agua, y además, ese agua volverá de nuevo al río después de regar el campo.

    La diferencia es que la producción de uno crecerá más rápido que la de otro. El primero se hará rico y podrá comprar otro campo. El segundo si sigue lamentándose, seguirá malviviendo de su campito mientras ve que su vecino, ahorra, compra nuevos campos e invierte. La ambición del primero le lleva a hacerse rico, la del segundo no. Pero eso no dice nada de la persona, ni de su felicidad.

  6. ¿Aun seguimos así? ¿desde cuando los recursos son ilimitados? ¿se genera la riqueza en un agujero negro en el espacio y no nos hemos enterado? ¿podemos tener todos lo mismo que Bill Gates por decir un nombre?

    Me sigue pareciendo un insulto para los millones de personas que mueren de hambre cada día el querer justificar la riqueza del 1º mundo alegando que somos más listos y trabajadores y por eso tenemos más y nos lo merecemos, y que con esfuerzo e ingenio todos podrían tener lo mismo (si tuviesen acceso a nuestra educación y recursos, claro).

    El crecimiento/progreso ilimitado es imposible porque el mundo tiene límites aunque estos solo afecten a los pobres. Es una mentira y gordísima ¿A caso hay petróleo suficiente como para que la totalidad de habitantes de la tierra gasten lo que gastamos en el 1º mundo per cápita a día de hoy? y lo mismo que el petróleo, cualquier otro recurso.

    La única ambición de un cristiano ahora mismo debería ser acabar con el hambre en el mundo, y no hacer crecer sus propios beneficios más rápido.

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