Silencio de Dios

Pero Dios callaba. Y nada es más terrible que el silencio de Dios, tanto en la tierra como en el cielo o en las nubes que flotan entre medias. No hay oído sobre la tierra que logre soportar el estruendo de este silencio, no hay corazón que pueda sostener la acumulación de ese vacío, en cuyo interior él solamente es Dios y, mientras calle, no la vida de toda vida, aun siendo El mismo el Viviente.

S. Zweig, Raquel

Henry%20Ryland%20(1856–1924)%20Raquel%20en%20el%20pozo

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