Comprender la Biblia: Una Introducción básica a la Sagrada Escritura. Nueva sección de Ágora Marianista

«Comprender la Biblia» quiere decir «guardar la Palabra» como hacía María (Lc 2,19.51), abrirse, profundizar, beber, asombrarse, cantar, caminar…


«Comprender la Biblia» es una sección de Ágora Marianista al servicio de la formación y de la escucha orante de la Palabra, para el discernimiento y para la misión.

Encuentro de Jesús con el niño

Encuentro de Jesús con el niño

Mc 9, 33-37

Los discípulos discutían por el camino cuál de ellos era el más grande. Tras entrar en la casa Jesús les preguntó de que hablaban y ellos lo ocultaron. Jesús hablo bien claro en esta ocasión: «El que quiera ser de vosotros primero debe hacerse el último y servidor de todos». Después tomó a un niño, lo puso en medio y dijo que quien acoge a un niño le acoge a él mismo. Por si no les había quedado claro Jesús insistió con este signo, el más grande es el que tiene tantas carencias que lo espera todo, lo recibe todo y no se confiere ningún status arrogante.

¡A cuántos seguidores de Jesús les gustaría arrancar esta página del evangelio! Ni los alzacuellos, ni las mitras, ni la oratoria más sabia, ni los palacios, ni ningún éxito puede conferirnos tal dignidad, la de ser presencia viva de Jesús. Sólo aquel que es como un niño puede participar del Reinado de Dios.

Señor, que busque servir y no ser servido, entregarme con generosidad a mis hermanos, en especial a los más desvalidos.

Daniel Pajuelo Vázquez, sm
Vía: Novabella.org

Encuentro de Jesús con la siriofenicia

Encuentro de Jesús con el niño

Marcos 7, 24-30
Jesús y la madre sirofenicia
Jesús y la madre sirofenicia
Una mujer pagana, de una región enemiga al pueblo judío se entera de que Jesús está alojado cerca. Acude a pedirle algo, no para ella, si no para su hija, está poseída por un demonio y nada puede curarla. La madre tiene fe en Jesús, fe ciega.
Jesús es judío y tiene clara conciencia de que su Padre le ha enviado al pueblo de las promesas, al pueblo de Israel. Utilizando el despectivo calificativo que utilizaban sus contemporáneos para con los paganos llama a la mujer ‘perro’, no digna de recibir el don de Dios. Ella no se amedrenta y suplica las migajas de su amor.
La fe y la insistencia de esta mujer desarmaron a Jesús, arrancándole el milagro que curó a su hija. Jesús mismo se ve interpelado por el ‘diferente’, el que no entra en los esquemas propios, por muy santos que sean estos esquemas.

Estamos rodeados de ‘diferentes’: musulmanes, africanos, gitanos, mendigos, gente de otra ideología política, no creyentes, anticlericales… ¿Cómo me sitúo ante el ‘diferente’?

Señor, concédeme la gracia de reconocerte en el que no es ni piensa como yo. Que no me atreva a encasillarte en mis propios esquemas de lo que Tú eres y quieres.