Si Dios es bueno, ¿por qué permite el mal?

Si Dios existe y es bueno, si él nos ha creado, ¿por qué existe el mal, el dolor y el sufrimiento? ¿por qué lo permite?


…vídeo visto en catinfor(gracias Antonio)

Dios no nos hace el mal; ello iría contra la esencia de Dios, que no quiere el mal. Pero la consecuencia interior del pecado es que sentiré un día las consecuencias inherentes al mal mismo. No es Dios quien nos impone algún mal para curarnos, pero Dios me deja, por así decirlo, a la lógica de mi acción y, dejado a esta lógica de mi acción, soy ya castigado por la esencia de mi mal. En mi mal está implicado también el castigo mismo; no viene del corazón, viene de la lógica de mi acción, y así puedo entender que he estado en oposición con mi verdad, y estando en oposición con mi verdad estoy en oposición con Dios, y debo ver que la oposición con Dios es siempre autodestructiva, no porque Dios me destruya, sino porque el pecado destruye.

extracto de una entrevista al cardenal Ratzinger tras los atentados del 11S

Benditas todas las ciencias mi Señor

Bendita medicina… que nos alivia del dolor…

Bendita… la arquitectura, que también le pone la casa a nuestro corazón.

Bendita la física… y la química, pues la Naturaleza y con ellas, se nos muestra con aun más rigor

Benditas la sociología, la psicología… y la antropología, en todas ellas, el Hombre y la Mujer encuentran su razón, su por qué, el sí de su ser… la ilusión del vivir, del compartir, del reír y del llorar… del sentir y el convivir.

Y es que… ¡Benditas todas las ciencias mi Señor! Pues en ellas, nosotros… y contigo, alcanzamos tú/nuestro esplendor.

En la aurora…

Y es que no hay más bella teofanía

que ver Tu amanecer cada día.

¡Oh Hombre que pides grandes signos!

¡Oh Mujer que no ves ni tus pies!

Teofanía eres tú… Mujer, Hombre y Niño…

ese árbol y el río.

… Y me río… Padre… me río… contigo.»

                                                                                                                           Vicente Sm.

El Plan de Dios

Está muy extendida la creencia de que el plan de Dios es una especie de rígida idea que Él tiene de cómo debe ser nuestra vida, y de que nuestra felicidad depende de nuestra correcta adecuación a ese plan. Pero creer esto de Dios es no querer reconocer que la libertad es el más grande regalo con el que nos ha dotado junto con el poder de ser co-creadores con Él. Nuestra vida, nuestra historia, la llegada de su Reino está en gran medida en nuestras manos. Obedecer a Dios no es asentir a un Plan preestablecido desde antiguo, es ejercer nuestra libertad de la forma más plena que se puede, eligiendo siempre la mejor de las opciones, y ésta se descubre teniendo al Señor Jesús por meta e inspiración de todos nuestros deseos y acciones.