¿Un Dios sádico? ¿Un Dios chapucero? ¿Cómo vemos a Dios? Ponencias de Pagola y Gelabert

Una amiga me ha recomendado la siguiente entrevista para compartirla en Nova Bella.

Se trata de una ponencia de José Antonio Pagola en la VII Asamblea de predicación organizada por los Dominicos el pasado 2 de junio.

El tema y el desarrollo no me viene de nuevo, pero siempre me gusta recordarlo y que se oiga, porque a veces me da la sensación de que sí es nuevo para mucha gente.
Se trata de si Dios desea el sufrimiento del hombre.

¿Un Dios sádico? La expiación vicaria. José Antonio Pagola

La asamblea comienza sentando las bases del problema del mal, con la ponencia del fraile dominico Martín Gelabert, de quien he recibido clases, precisamente sobre estos temas entre otros, en la facultad de teología de los Dominicos durante este curso y el curso pasado y puedo decir que me gusta especialmente su forma de enfocar todos estos temas.

¿Un Dios chapucero? A vueltas con el problema del mal. Martín Gelabert, OP

Ambas ponencias me parecen muy interesantes para refrescar la idea que tenemos de Dios y de la religión.

Dios mío, perdóname

Querido Señor, tu discípulo Pedro quiso saber quién te traicionaría. Señalaste a Judas, pero un poco más tarde le señalaste a él. Judas te traicionó, Pedro te negó. Judas se ahorcó, Pedro se convirtió en el apóstol al cual hiciste primero de todos. Señor, dame fe, fe en tu misericordia infinita, en tu perdón sin límites, en tu bondad insondable. No permitas que me tiente el pensamiento de que mis pecados son demasiado grandes para ser perdonados, demasiado abominables como para que los toque tu misericordia. No permitas que huya de ti. Concédeme volver a ti una y otra vez y pedirte que seas mi Señor, mi pastor, mi fortaleza y mi refugio. Acógeme bajo tu protección, Señor, y permíteme experimentar que no me rechazarás mientras te siga pidiendo tu perdón. Quizá mis dudas a cerca de tu perdón son un pecado mayor que los pecados que considero demasiado grandes para ser perdonados. Quizá me considero demasiado importante, demasiado grande, cuando pienso que ya no puedo ser abrazado por ti. Señor, mírame, acepta mi oración como aceptaste la oración de Pedro, y no permitas que huya de ti en la noche, como hizo Judas.

Del libro “Oraciones desde la abadía. Una súplica de misericordia” de Henri J. M. Nouwen