Apotegmas. El pecado y la gran obra del ser humano

El patriarca Antonio le dijo al patriarca Poimén: “Esta es la gran obra del ser humano: presentar ante el rostro de Dios su pecado y esperar la tentación hasta el último aliento”

Apo 4 [Alf, Antonio 4]

Un hermano preguntó al hermano Agatón acerca de la fornicación. Este le dijo: “Ve, arroja tu incapacidad ante Dios y encontrarás descanso”

Apo 103 [Alf, Agatón 21]
“El camino a través del desierto. 40 dichos de los padres del desierto” Anselm Grün

Ayer el joven rico preguntaba qué había de hacer de bueno para obtener la vida eterna ansioso por decirle a Jesús todos los preceptos que cumplía, y eso me conecta muy bien con estos dos apotegmas que nos recuerdan que lo bueno lo hace Dios, y que lo mejor que podemos hacer nosotros es reconocer humildemente nuestra debilidad y prepararnos para resistir ante la siguiente tentación sin creernos capaces por nuestras solas fuerzas mediante el cumplimiento de la ley, de llegar a Dios. El mero cumplimiento orgulloso nos puede hacer olvidar nuestra debilidad y convertirnos en blanco fácil para la tentación de prescindir de Dios.

[aPt.12] ¿Eres fuerte o débil? – Conócete

Un hermano preguntaba a Abba Matoes:
“¿Qué he de hacer? Mi lengua me causa problemas y cuando me encuentro entre la gente no puedo contenerla. Yo condeno todas sus buenas obras y les llevo la contraria. ¿Qué pues, he de hacer?”

El anciano le contestó:
“Si no puedes controlarte, apártate de la gente y vive solo. Pues ésta es una debilidad. Los que viven juntos con otros no deben ser cuadrados, sino redondos, a fin de volverse hacia todos”.

El anciano le dijo también:
“Yo vivo solo no por mi virtud, sino más bien por mi debilidad. Ya lo ves, los que viven entre la gente son los fuertes”.

«Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al infierno.»

(Marcos 9, 43-47)