Para jóvenes (y no tanto)

«No se debe creer ni por un momento que se es un hombre moral o un hombre religioso porque se tiene en la cabeza pensamientos profundos, porque se ha leído mucho, porque nos hemos sentado a los pies de grandes maestros. Estéticamente (en sentido kierkegaardiano, es decir: la existencia estética cuyo paradigma es representado por el seductor Don Juan) se puede alguien casar como se puede dedicar a vivir entre los pobres con voto religioso. Nada externo revela en qué estadio existencial se vive (Kierkegaard hablaba de tres estadios, en este orden: estético, moral o ético y religioso). El síntoma es solo íntimo, y consiste en que para el estadio del juego (el estético), no hay nada que deje de ser posible por el hecho de que se haya optado antes por algo. En otras palabras, el estadio en el que solo se juega y se goza de la belleza imperfecta de las cosas, es aquel en el que, aunque el propio sujeto crea a veces lo contrario, no existen decisiones auténticas, o sea, pasos, saltos existenciales, de los que no es posible volverse atrás. Por esto se puede decir que el que no ha salido de este modo de la vida nunca se ha resuelto definitivamente por nada. No ha vivido sino que solo ha hecho experiencias, tanteos. Ha sobrevolado posibilidades, pero nunca nada ha sido para él de veras posible y luego real e irrevocable por haberse decidido en su favor.

Está en este estadio (estético) aquel hombre para el que todo paso que piensa haber dado puede en seguida, a voluntad, cuando el placer así se lo pida, ser también retirado.»

Miguel García-Baró