La diversidad de ideas, creencias, personalidades y formas de vida, con la que nos encontramos cada día, no pueden ser un motivo para encerrarnos en nuestra parcela de seguridad, ni tampoco la oportunidad para criticar y menospreciar al que es distinto. Esta diversidad es un don de la naturaleza humana, querida por Dios, que nos llama continuamente a salir de nuestro ensimismamiento y a tender puentes.
“Mi alimento es hacer la voluntad del Padre que me ha enviado, y llevar a cabo su obra” (Jn 4, 34)
El pecado siempre presenta la libertad como libre arbitrio: una elección entre el bien y el mal. Esto no es el don de la libertad que Dios nos ha confiado. La libertad no es tanto poder elegir entre el bien y el mal, sino secundar con mi voluntad la dirección hacia la que oriento mi ser. Paradójicamente el mayor grado de libertad es la obediencia al modo de Cristo, pues por ella me oriento hacia la filiación, el ser hijo de Dios, que es la plena realización de la condición humana.
“Yo os he dado ejemplo, para que hagáis vosotros como yo hice” (Jn 13,15)
La redención y el amor de Dios, es algo que nos presentan dos películas: Dogma y Constantine de una forma muy similar planteando una fantasía en la que los ángeles envidian al hombre y constatan su condición de privilegiado ante Dios.
Es hora de empezar a reaccionar ante el amor, en lugar de ante el horror. No seamos esclavos del sufrimiento.
Buscamos día a día hacer la voluntad de Dios y crecemos compartiendo con sencillez nuestros dones, inquietudes y esperanzas. Nova Bella está tintada de los colores de nuestras vidas. Ojalá consigamos ser cauce que lleve hasta ti el Agua que calma la sed.
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