Superación personal

Hoy en Xaire les hablábamos a los chavales de las limitaciones que tenemos las personas, físicas o mentales, que nos bloquean, que no nos dejan avanzar.
Nosotros nos pasamos la vida pidiendo a Dios que cambie en nosotros cosas ( que se solucione tal problema en casa, que no tenga dolor, que no falte el trabajo, que no suframos..) y él no nos dice que nos lo va a dar. El Señor no está con una varita concediendo deseos.
Él dice » Te doy mi gracia», » Estoy contigo, en ti», «No temas». Eso mismo, su confianza en nosotros, su amor de Padre es lo que cambia en nosotros. Es lo que nos ayuda a aceptar nuestras limitaciones, a ser felices con nuestros defectillos, a encontrar el sentido a las cosas menos buenas.
Señor, te doy gracias por quererme con mis circunstancias.

Al hilo un vídeo de superación, de confianza en el Señor, de comprender que las limitaciones nos las ponemos nosotros: Nick Vuijicic

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Pedid y se os dará, se os dará lo mejor que no siempre es lo que pedís

Javier 19/01/2011 a las 12:59 en la entrada Dios mío ayúdame

He sufrido mucho y durante años. Rezaba y nada ocurría. Con el paso de los años me he dado cuenta que Dios me respondia pero yo no entendia la respuesta. Ahora echando la vista atras no puedo menos que agradecer a Dios lo que ho hizo por mi y que yo tanto reclamaba, no hubiera sido bueno y yo en mi ceguera no lo veía. Años despues estoy maravillado por como las cosas encajan solas, mejor aún, encajan porque Dios las coloca en su sitio.

¡Gracias!

 «Hoy puedo. Me he levantado y sé que puedo.

 Puedo decir que sí y no puedo decir que no.

 Por que estoy contigo.

 No, no valen ya los «podría».

 Sí, es mi opción de decirle que «sí» a la Vida.

 Con sus luces… pero también con sus sombras.

 Puedo.

 Y mientras pueda, todo es posible, por que todo es posibilidad.

 Puedo.

 Y puedo por que tu antes pudiste: ¡GRACIAS!»

                                                                                                                   Vicente Sm.

Siempre me amaste

Hay épocas de luz en mi interior. Cuando llegan subo al torreón del silencio y contemplo los valles y montañas, las fortalezas y poblados, los ríos y seres que en mi interior reposan bañados por la dorada y tierna luz de este amanecer. Se empañan mis ojos por el llanto alegre, y todo mi ser rebosa en temblorosa quietud. Miro atrás y contemplo tu gran fidelidad, tu promesa de eterno amor cumplida, tu brazo fuerte sosteniendo mi fragilidad, conduciendo la historia. La eternidad desde aquí se atisba. La multitud de los seres creados se reúnen para alabarte. Cubiertos de llagas y heridos venimos hasta ti crucificado y tus heridas sanan las nuestras. Cuando me acuesto o me levanto aquí estás tú. Tu luz Señor me hace ver la luz: la serena certeza de que siempre me amaste.

Dios mío, ayúdame

Dios mío, ayúdame

Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; y has sufrido, y hasta tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado, pero tengo contra ti que has dejado tu primer amor. Date cuenta, pues, de dónde has caído, arrepiéntete y vuelve a tu conducta primera.

Ap 2, 2-5