La Felicidad de la Navidad está en comprender que Cristo eligió nacer en una gruta, la de nuestras pobrezas y heridas.

No lo olvidemos, Jesús no nació rodeado de comodidades, ni tan siquiera Dios les ahorró dificultades a José y María. Si Dios no eligió el éxito y la abundancia, ¿Por qué nos empeñamos en pedírselo? La Felicidad de la Navidad está en comprender que Cristo eligió nacer en una gruta, la de nuestras pobrezas y heridas. No busquemos a Dios en la cumbre de nuestras fantasías de autorealización, no lo encontraremos. Sereno y confiado contempla las llagas de tus frustraciones e incapacidades, son las mismas que Cristo aceptó en la cruz para salvarte. Feliz Navidad

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Dios no nace en tus éxitos e ilusiones, sino en la gruta de tus heridas

Esta es la gruta  en la que San Francisco quiso celebrar la Navidad de 1223 de una forma muy especial. Encargó a un querido amigo prepararla con todos aquello que el Señor encontró al nacer, incluido el buey y la mula. Vestido de diácono, y usando el lenguaje juglar, transportó a los presentes al momento del nacimiento de nuestro Señor, hasta el punto de que muchos contaron haber visto al mismo niño envuelto en pañales junto al pobre de Asís.

 

Jesús nació en pobreza, siendo Dios se abajó asumiendo la condición de hombre mortal. De entre todas las maneras de venir al mundo eligió la de la humildad. No nació en palacio, ni en hospital, ni siquiera bajo el techo de una casa. Él nació en un pesebre, refugio oscuro y frío de animales y pulgas. No lo olvides, Dios no nace en tus éxitos e ilusiones, sino en la gruta de tus heridas. Por eso no desprecies tu pequeñez, ni la escondas, Dios se abrirá camino en tu vida y la de tus hermanos a través de ella.

 «Dios ha elegido lo necio de este mundo para confundir a los sabios, ha elegido lo débil para confundir a los fuertes» (1Cor. 1, 27)